José es un ícono visible, humano, sensible, del amor infinito que desde toda la eternidad Jesús recibe del Eterno Padre
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Cristo en la Carpintería de San José de Matteo Pagano / Crédito: Dominio Público |
El martes 8 de diciembre de 2020 el Papa Francisco publicó su
carta apostólica Patris
corde, con la que convocó el Año de San José para conmemorar los
150 años del decreto Quemadmodum
Deus del Beato Pío IX, que declaró al padre adoptivo de Jesús
patrono de la Iglesia universal.
En una carta enviada a ACI Prensa por motivo del Año de San José,
el P. Bonnin, comentó el punto siete de la carta apostólica. Dijo que la
palabra “sombra” usada por el Papa Francisco admite varias interpretaciones no
excluyentes para la persona de San José.
“José es un ícono visible, humano, sensible, del amor infinito que
desde toda la eternidad Jesús recibe del Eterno Padre. Lógicamente no puede
igualar a la Primera Persona de la Trinidad en su infinitud, pero sí puede
encarnar –a modo humano– sus atributos y perfecciones, a través de su fuerza
serena que protege, de su amor fiel que inspira seguridad, de su bondad sobreabundante
que estimula al bien”.
El presbítero de la Arquidiócesis de Paraná (Argentina) indicó que
en las Sagradas Escrituras “la sombra evoca protección del sol abrasador del
desierto, y por eso es una imagen de una presencia constante que acompaña a
todas partes protegiendo de todo aquello que puede dañar y perjudicar”.
En el caso de San José, su misión fue “custodiar al Niño y a su
Madre”. Él “era fuerza en el silencio que tutelaba los inicios de la Redención,
transcurrida en la fragilidad y vulnerabilidad”.
El P. Bonnin añadió que la imagen de José como “sombra del Padre”
se inspira en el “encantador y profundísimo libro ‘La sombra del Padre’, que
considero de lectura obligada para todo aquel que quiera ingresar en el corazón
de José de modo más hondo”.
San
José no buscó protagonismo y se mantuvo en la “sombra”
El sacerdote argentino apuntó que el Papa Francisco quiso subrayar
“cómo José es capaz de resistir la tentación de ‘vivir la vida de su hijo’ y,
por el contrario, ejerce su paternidad en un gran respeto por su libertad y su
propia misión”.
José “fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre.
Nunca se puso en el centro. Supo cómo descentralizarse, para poner a María y a
Jesús en el centro de su vida”, fueron las palabras del Papa en Patris corde.
Para el P. Bonnin es “particularmente interesante –y hasta
novedosa– la manera en que Francisco habla de la castidad de José”, una virtud
que considera necesaria para tener la humildad que lo llevó a estar en la
“sombra”.
“Esta virtud –cuando se la entiende unida a la caridad, forma de
todas las virtudes– permite a las personas amar ordenadamente, sanamente, con
un cariño que no genera dependencia y que no busca jamás dominar. Juan Pablo II
solía enseñar que lo contrario al amor es el uso, y la castidad preserva
–justamente– del riesgo de ‘usar a los otros’ como objetos a través de los
cuales yo mismo me ‘promociono’ y ‘autoexalto’”, reflexionó al
respecto.
A la luz de esa reflexión, señala el sacerdote, “podríamos decir
que el momento en que Jesús a los 12 años se queda en el Templo de Jerusalén es
un inmenso dolor para San José –imaginemos su angustia al buscarlo–, pero al
mismo tiempo es la máxima satisfacción que experimentó como padre”.
“La madurez de su Hijo para descubrir y abrazar su propia misión (‘ocuparme
de los asuntos de mi Padre’) era la mejor ‘medalla’ que José podía recibir como
reconocimiento de su tarea educativa”, añadió.
San José ama de
forma ordenada desde la “sombra”
El P. Bonnin recuerda que en el punto siete de la carta, el Papa
Francisco denuncia que en la actualidad hay una “incapacidad de amar de manera
ordenada”, debido a una “actitud narcisista que prácticamente hace que las
relaciones humanas se desfiguren en relaciones de poder”.
“La reflexión sobre la castidad que permite un amor ordenado –ni
dominante ni dependiente, sino de auténtica afirmación del otro en su libre
originalidad– es un antídoto necesario para las tendencias culturales que hoy
podrían afectar a muchos cristianos”, afirmó.
A diferencia de cómo actuó José frente a Jesús y María, el
sacerdote argentino teme que los padres de familia podrían dejarse llevar por
el “narcisismo”, lo que podría “llevarlos a desentenderse de la crianza de sus
hijos para abocarse a sus propios proyectos personales de estudio o trabajo; pero
también podría generar un modo de relacionarse con ellos en que se busque
‘promover’ al hijo como si fuera una realización más en su currículum”.
“No sería un buen ‘padre’ quien impusiera a sus hijos sus propios
sueños –incumplidos– o quisiera modelarlos exactamente a su ‘imagen y
semejanza’, como una prolongación suya, en desmedro de su identidad original”,
comentó.
También dijo que tentaciones muy parecidas “aparecen en la vida
sacerdotal y consagrada”, y por ello, “es elocuente que el Santo Padre al hablar
de paternidad ‘en la sombra’ mencione explícitamente a los sacerdotes y
obispos”.
La relación
entre San José, Jesús y María
El P. Bonnin aseguró que “José era bello, tanto en el cuerpo como
en el alma”.
“Seguramente era un hombre lleno de virilidad, que emanaba fuerza
y engendraba respeto y admiración, pero no miedo. Su fuerza era la de un
impetuoso río que nunca se salió de su cauce en violencia o prepotencia, sino
que siempre ‘dio vida’ a su paso: a la Madre, al Niño y a todos los que lo
conocían”, señaló.
En ese contexto, cree que “es totalmente legítimo pensar que María
Santísima estaba completamente cautivada por la belleza del corazón de José, y
que su amor virginal de esposa y de hermana era de una intensidad y una pureza
muy similar a la de los orígenes”.
“La feminidad de María se hacía cada vez más nítida y bella en la
relación armoniosa con la masculinidad de José, renovándose en ellos dos el
designio original del Creador”, sostuvo el presbítero.
Por otro lado, el sacerdote argentino señala que “el Niño Jesús
admiraba profundamente a su padre José, lo amaba con tierno cariño, disfrutaba
cada minuto vivido junto a Él”. “Jesús aprendió a ser varón contemplando e
interactuando con su padre, jugando con él, usando las herramientas de trabajo,
aprendiendo a ser hijo, esposo y padre en su íntimo contacto”, dijo.
Y agregó: “¡Cómo habrán extrañado ambos a José luego de su muerte!
Es probable que su recuerdo habitó sus corazones hasta el día de su subida al
Cielo, y que en la eternidad ambos –Jesús y María– canten al Padre con gratitud
por habérselos dado en su Sagrada Familia”.
Al final de su misiva, el P. Bonnin aseguró que en la historia de
la Sagrada Familia “se cumple al pie la ley del Evangelio”: “El que se exalta
será humillado, el que se humilla será exaltado”.
“José eligió la suprema humildad, y por ello fue tenido en la
máxima consideración por su Esposa e Hijo, quienes lo consultaban para todo, se
apoyaban en él, lo requerían continuamente”, acotó.
“En ellos descubrimos la restauración del vínculo sano y ordenado entre varones y mujeres y entre padres e hijos. En ellos se manifiesta la fuerza transformadora de la gracia, que ‘hace nuevas todas las cosas’ y permite que también cada familia pueda soñar con la felicidad”, concluyó.