Anidados
Ya la primavera está queriendo
brotar, los almendros comienzan a florecer y todo está como expectante. Pero la
mayoría de los árboles aún están sin hojas.
Sin embargo, me llamó mucho la
atención que precisamente en esos árboles que todavía esperan a la primavera,
lo que sí dejan ver son los nidos que posan sobre sus ramas. Mientras daba una
vuelta comencé a fotografiarlos y había un montón. Realmente solo ahora se ven
con facilidad, mientras que luego, con las hojas, quedan bien ocultos y así
resguardan a sus inquilinos.
Este momento de nuestra historia
estamos viviendo también como este cambio de estación. Todos, de alguna forma o
de otra, aguardamos a que llegue “la primavera” y todo florezca, que quede
atrás la pandemia y volvamos a vivir en un clima alegre, caluroso y lleno de
Vida. Pero también es cierto que con el Señor, de cada momento, se pueden sacar
cosas buenas.
Y nos sucede como a aquellos
árboles: ahora se pueden ver con facilidad en el ramaje de nuestro corazón los
nidos que se han ido construyendo. Es la ocasión de dejar que anide en nosotros
la Paz, la Alegría, la confianza, y quitar esos otros en los que pueda habitar
lo contrario.
Con Cristo ya no tenemos miedo de
descubrirnos a nosotros mismos, porque Él te ama como eres y como estás, y
cuando te aman así no tienes miedo de acercarte a quien sabes que siempre te
acogerá.
Así que Él se pone el mono de
jardinero y, con la escalera en mano, irá contigo a sacar los nidos del miedo,
de la desconfianza... y a regar bien los árboles para que, cuando broten las
hojas y las flores, guarden en su interior los nidos que todos queremos
conservar. Con Cristo ni un minuto de vida es una pérdida de tiempo.
Hoy el reto del Amor es apostar
por la alegría y la confianza. Deja que anide en ti lo que realmente te da
vida, y disfruta de cada instante. Vivir de Cristo es el ancla segura. En Él
podemos confiar y permanecer en la alegría.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma