Georg Gänswein tiene una visión privilegiada de la Iglesia al ser puente entre dos Papas, el emérito y el actual
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Captura de Youtube |
Este análisis desde dentro de la Iglesia, pero visto desde cerca
de su cabeza, lo ha mostrado a través del libro Cómo la Iglesia
católica puede restaurar nuestra cultura (Rialp), donde
monseñor Gänswein presenta una serie de observaciones sobre el estado de la
Iglesia y su futuro en una sociedad ya postcristiana.
Como discípulo de Benedicto XVI, el arzobispo alemán reflexiona en
un capítulo sobre la necesaria “desmundanización”
de la Iglesia de la que ya hablaba el Papa emérito y su relación con
la nueva evangelización.
El 25 de
septiembre de 2011, en Friburgo, en su Alemania natal, Benedicto XVI
realizaba una afirmación que generó un gran debate: “para cumplir su misión,
deberá continuamente también tomar distancias respecto a su entorno, deberá, por decirlo así,
desligarse del mundo”.
Esta afirmación generó polémica y muchos acusaron al entonces Papa
de revocar el Concilio Vaticano II y su llamada a abrirse al mundo. En opinión
de su secretario, "la fe cristiana reconoce tanto el movimiento de Dios
hacia el mundo, que alcanzó su culminación inigualable en la Encarnación de la
Palabra de Dios en Jesucristo, como el necesario movimiento de distanciamiento
del mundo, porque la fe no
ha de conformarse a los estándares del mundo ni ha quedar enredada en
su trama”.
Este es el punto de partida que utiliza Gänswein para su
reflexión, donde recalca que “los cristianos viven en el mundo y son llamados a
servir al mundo y a trabajar en él”, pero que no “han de conformarse” al mundo.
Debido a esto, considera que “se producirán inevitablemente fricciones
entre la esfera del mundo y la esfera de la cristiandad, algunas de las cuales
pueden llegar al odio
hacia quienes en los tiempos actuales no dejan sencillamente que la corriente
del mundo se los lleve por delante”.
Con el fin de evitar este odio al que se refería tanto la Iglesia
como los cristianos pueden experimentar la “tentación” –agrega- de “conformarse
al mundo y querer ser como
el resto”.
Una crisis de fe
Sin embargo, Gänswein llama a estar en guardia ante esta tentación
a la que han sucumbido muchos católicos y recuerda que “la adaptación que se
pide una y otra vez a los cristianos y a la Iglesia no es principalmente una
adecuación a los tiempos modernos y a su espíritu, sino la adaptación a la verdad del Evangelio”.
Recordando nuevamente al Papa emérito, el arzobispo alemán alerta
de una “crisis pastoral” y
de otra más profunda en la que estamos inmersos, “un cambio de época” en la historia de la Iglesia que
“puede describirse como constantiniana” de la que no vislumbramos “nuevos
horizontes que nos indiquen cómo deberíamos continuar”.
“La verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe. Si no
logramos una verdadera renovación de la fe, todas las reformas estructurales
serán ineficaces”. Sobre esta afirmación de Benedicto XVI, monseñor Gänswein
insiste en que esta “desmundanización” no es una exigencia que el Papa emérito
lleve a la Iglesia desde fuera sino que más bien se desprende “de una
observación atenta de la situación de la Iglesia”.
De este modo, Georg Gänswein explica que la “desmundanización”
conmina a “una discusión intensa sobre la calidad de esta crisis que vivimos
actualmente en la Iglesia” que "sólo podremos caminar por una senda común
hacia el futuro si tenemos claro el diagnóstico respecto a las infecciones
peligrosas a las que nos exponemos. Pero es justamente lo que no funciona”.
Es más, el prelado cree que a primera vista “hay que hablar antes
que nada de una profunda
crisis de la Iglesia que se viene articulando desde los años sesenta bajo
el eslogan ‘Jesús sí, Iglesia no’. Porque este lema eleva ya la mencionada
crisis al nivel de la fe”.
Siguiendo con este análisis, Gänswein asegura que
“desmundanización” significa “ante todo redescubrir que el cristianismo es, en
su esencia, creer en Dios y vivir en una relación personal con Él, y que todo lo demás es consecuencia de
ello”.
“Dado que la nueva evangelización consiste esencialmente en llevar
a Dios a las personas y acompañarlas en su relación personal con Dios, la nueva evangelización y la
‘desmundanización’ son dos caras de la misma moneda”, añade.
Así se comprende mejor el remedio que proponía Benedicto XVI: "volver a colocar la
cuestión de Dios en el centro de la vida de la Iglesia y de la predicación”.
El objetivo de dar
testimonio
En opinión, de su secretario personal “la centralidad de la
cuestión de Dios y la predicación cristocéntrica son los contenidos elementales
en juego en esta ‘desmundanización’ que ha de emprender la Iglesia, y que llevará a su verdadera
renovación”, que no provendrá de fuera sino de sus propias entrañas.
Ahondando en este concepto, Gänswein pretende aclarar que “la propuesta de esta
‘desmundanización’ tiene como objetivo dar testimonio. El programa no
consiste, por tanto, en alejarse del mundo, sino en que ese testimonio
misionero de una Iglesia que no es de este mundo no sólo salga a la luz, sino
también que parezca creíble”.
Los cristianos no eligen en qué tiempo viven y a día de hoy tratan
con una “mayoría de no cristianos y de cristianos que no conocen la fe y la
Iglesia”, explica el religioso.
“Este hecho parece ir abriéndose camino lentamente en nuestras
conciencias, de modo que aún
no se ve reflejado en la predicación y lenguaje de la Iglesia. A nivel
del cuidado pastoral de los más próximos, un buen punto de partida sería
comprobar si la homilía y la catequesis dominical o festiva resultan
comprensibles para quienes no hablan el idioma interno de la Iglesia. Ser
conscientes de esta inmensa tarea es el requisito previo para iniciar una nueva
vida en la Iglesia. Porque la nueva evangelización no constituye una tarea
adicional, sino que significa sencillamente un cambio de perspectiva para la
Iglesia y sus creyentes”.
Javier Lozano
Fuente: ReL