El Papa
Francisco dirige un discurso a los sacerdotes del Pontificio Colegio Mexicano
situado en Roma en el que les da las tres claves para afrontar los problemas
sociales actuales: Fraternidad, ternura y reconciliación

El Papa recibe a más de 85 sacerdotes del
Pontificio Colegio Mexicano de Roma
Ayer
mañana el Santo Padre ha recibido en la Sala Clementina del Vaticano a más de
85 sacerdotes del Pontificio Colegio Mexicano de Roma para invitarles a que,
ante los actuales problemas, configuren su mirada con el Señor: “Al conformar
nuestra mirada con la suya, la nuestra se transforma en una mirada de ternura,
de reconciliación y de fraternidad” les ha dicho el Papa.
Además, les ha
pedido que – teniendo en cuenta la necesidad de no distraer nuestra mirada de
Cristo, el Siervo sufriente – “no dejen de profundizar en las raíces de la fe
que han recibido en sus distintas Iglesias particulares, y que provienen de un
rico proceso de inculturación del Evangelio, del que es modelo Nuestra Señora
de Guadalupe, cuya imagen veneran en la capilla del colegio”. “Ella – dice
el Papa – nos recuerda el amor de elección de su Hijo Jesús al hacernos
partícipes de su sacerdocio” y es por eso que les pide a los sacerdotes que
recurran siempre con confianza “a la Morenita, Madre de Dios y Madre nuestra”.
Mirada de
ternura
Después,
Francisco ha explicado estos tres rasgos; estas tres miradas de las que ha
hablado al principio de su discurso: mirada de ternura, de reconciliación y de
fraternidad.
“Ante todo,
necesitamos tener la mirada de ternura con que nuestro Padre Dios ve las
problemáticas que afligen a la sociedad” dice el Papa Francisco. El Papa invita
a los sacerdotes mexicanos a tener esta mirada ante la violencia, las
desigualdades sociales y económicas, la polarización, la corrupción y la falta
de esperanza, especialmente entre los más jóvenes. De hecho – señala – “la
configuración cada vez más profunda con el Buen Pastor suscita en cada
sacerdote una auténtica compasión, tanto por las ovejas que le son confiadas
como por aquellas que se encuentran extraviadas”. De ahí su invitación a
“dejarse modelar por Él” para que se intensifique su caridad pastoral y para
que no se encierren en casa, en la oficina o en pasatiempos, sino que “salgan
al encuentro de la gente”.
Mirada de
reconciliación
En segundo
lugar, el Papa asegura que los sacerdotes tienen que tener también una mirada
de reconciliación: “Las dificultades sociales por las que atravesamos, las
enormes diferencias y la corrupción nos exigen una mirada que nos haga capaces
de tejer los distintos hilos que se han debilitado o han sido cortados en la
multicolor tilma de culturas que conforma el tejido social y religioso de la
nación, prestando atención, sobre todo, a aquellos descartados a causa de sus
raíces indígenas o de su particular religiosidad popular”.
Es por ello que
llama a los pastores a “ayudar a recomponer relaciones respetuosas y
constructivas entre personas, grupos humanos y culturas al interior de la
sociedad”, proponiendo a todos “dejarse reconciliar por Dios y comprometerse en
el restablecimiento de la justicia”.
Mirada de
fraternidad
Por último,
Francisco les pide tener una mirada de fraternidad ante los desafíos que
enfrentamos en la actualidad: “Junto a Cristo Siervo y Pastor, hemos de ser
capaces de tener una visión de conjunto y unidad, que nos impulse a crear
fraternidad, que nos permita poner en evidencia los puntos de conexión e
interacción en el seno de las culturas y en la comunidad eclesial”. Además –
dice – esa mirada de fraternidad debe animar y guiar a los fieles “a ser
respetuosos de nuestra casa común y constructores de un mundo nuevo”.
Aunque para
lograr esta mirada de fraternidad, Francisco asegura que “se necesita la luz de
la fe y la sabiduría de quien sabe “quitarse las sandalias” para contemplar el
misterio de Dios y, desde esa óptica, leer los signos de los tiempos”. “Para
ello – continúa – es indispensable armonizar en la formación permanente las
dimensiones académica, espiritual, humana y pastoral” y al mismo tiempo,
“necesitamos tomar conciencia de nuestras deficiencias personales y
comunitarias, así como de las negligencias y faltas que tenemos que corregir en
nuestra vida”. “Estamos llamados a no subestimar las tentaciones mundanas que
pueden llevarnos a un insuficiente conocimiento personal, a actitudes
autorreferenciales, al consumismo y a las múltiples formas de evasión de
nuestras responsabilidades” ha concluido.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Vatican News