El obispo de Segovia publica El desafío de la fe, en el que esboza diez encuentros clave en el cuarto Evangelio. En ellos, «Jesús empieza una especie de juego, un diálogo para al final provocar un sí hacia Él»
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| Foto: Diócesis de Segovia |
«Lo que siempre me ha
impresionado del evangelio de san Juan son esos encuentros que presentan al
Señor interpelando y retando la fe de sus interlocutores»: con este horizonte,
César Franco, obispo de Segovia, ha escrito El desafío de la fe (Ediciones
Encuentro), un elenco de meditaciones sobre diez encuentros de Jesús con otros
tantos personajes que aparecen a lo largo del cuarto Evangelio.
Experto en Sagrada Escritura –parte del libro fue elaborado en el silencio
de la biblioteca de la Escuela Bíblica de Jerusalén, donde estudió–, don César
explica que «en la exégesis moderna, el tema de los personajes del cuarto Evangelio es el que más literatura está
haciendo correr, pero consideré necesario escribir un libro en un tono más
divulgativo que ayudara a los lectores a situarse frente a ese diálogo que
quiere entablar con nosotros el Señor».
¿Cómo narra san Juan esos episodios en los que Jesús se encuentra con sus
contemporáneos?
A simple vista, la mayoría parecen encuentros fortuitos, pero en ellos el
Señor aprovecha siempre para desafiar al que tiene delante a situarse en el
plano de la fe. Y es así desde el principio hasta el final del texto: desde que
Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué buscáis?», hasta cuando ya resucitado se
aparece a María Magdalena y le hace una pregunta similar: «¿A quién buscas?».
Entre medias hay personajes fundamentales, que dialogan con Jesús de un modo
extenso, pero el hilo conductor siempre es la búsqueda.
Llama la atención que Jesús no va de frente, como si quisiera jugar al escondite
antes de descubrir sus cartas…
Es así. Se trata de una manera de actuar muy provocadora. Él conoce bien
los entresijos del corazón del hombre. Nosotros somos muy peculiares; si se nos
va de cara nos ponemos a cubierto. Entonces parece que Jesús empieza una
especie de juego, busca un diálogo en el que que quiere que salgan a flote
nuestras motivaciones para al final provocar un sí hacia su persona. Algunos
exegetas dicen que algunas escenas de este evangelio tienen una dimensión
dramática, en el sentido de que se podrían llevar perfectamente a la escena.
¿Personas o personajes?
Son personas reales, que existieron históricamente, pero todos al mismo
tiempo tienen un simbolismo. Cuando escribe, el evangelista tiene delante al
lector y lo que hace es ponerle frente a un espejo, para que vea su cuál es su
camino y su proceso de fe.
¿Cuál es su personaje favorito?
Hay varios. Me interpela mucho la samaritana, y también Simón Pedro, que
pasa por muchos momentos de dudas y se debate en su deseo de seguir a Jesús. Me
encanta María Magdalena, de quien un exegeta ha dicho que protagoniza una
escena única en la literatura no solo religiosa sino también universal. Y me
atrapa el diálogo de Jesús con Pilato, que es el único de los personajes que
trato que no termina creyendo y le da la espalda a la Verdad. El ministerio
episcopal es un ministerio de la verdad, y por eso esta escena me hace pensar
en la habilidad necesaria presentarnos ante el otro y ganárnoslo.
Una pregunta personal: en su encuentro con el Señor, ¿también Él ha jugado
con usted?
De algún modo, sí [risas]. Cuando me iba a ordenar, mi director espiritual
me dijo: «Deja deja de jugar al escondite con Dios, porque te va ganar y te va
a encontrar». Mi historia también es así. No cabe duda de que me he entregado
al Señor, pero en ocasiones sigo jugando al escondite, a veces simplemente
porque quiero pedirle una prueba, como Tomás. Yo estoy enamorado absolutamente
de Cristo, pero hay ocasiones en las que te reservas, o no confías del todo en
el camino que te marca. Yo me veo reflejado en todos estos personajes, porque
el alma humana está ahí de una manera clara, con todos sus entresijos. Lo que
también está claro es que Dios nos busca hasta que nos encuentra. No se le
escapa nada.
Llega la Pascua. ¿Cómo leer el evangelio de san Juan estos días?
La clave de lectura de todo el evangelio la da Juan en el prólogo: «En Él
estaba la vida». Así lo experimentaron los que se encontraron con él. Jesús fue
el agua para la samaritana, la luz para el ciego, la salud para Lázaro… Siempre
nos está dando la vida, y lo sigue haciendo todos los días.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente:
Alfa y Omega
