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By Billion Photos | SHUTTERSTOCK |
Tras varios períodos de
cuarentena, confinamiento o aislamiento social, varios medios han reportado que
han sido frecuentes las tensiones, rivalidades y malestares en la convivencia
familiar dentro del contexto de temor por el coronavirus. Las emociones en
muchos hogares se han vivido intensamente y aquellas cosas que antes podían
pasar desapercibidas, se han mostrado con mayor claridad.
Reencontrarse
¿Qué hacer cuando estos rasgos
que no nos gustan tanto se exponen? ¿Siempre habían estado y ahora se han
potenciado? En una época de distanciamiento general hoy hay una gran necesidad
de volver a encontrarse, incluso con los que más tenemos cerca y para eso no
hay algo mejor que hacerlo en Cristo.
Podemos reencontrarnos el uno con
el otro ahora e invitar a Cristo a hacerse presente en nuestro matrimonio para
que con su gracia y nuestro trabajo, podamos hacer funcionar una relación con
las cosas que nos molestan. Un amor como el de Dios muestra la gracia para
crecer juntos y sacar lo mejor de ambos.
Un amor como el de Dios muestra
gracia antes de esperar un cambio para crecer juntos y sacar lo mejor de los
dos.
AMAR SOBRE TODAS LAS COSAS
Encontrarnos en el lugar donde
estamos invitando a Cristo, significa que con un acto de amor elegimos abrazar
a ese otro con sus imperfecciones y al mismo tiempo dejarnos abrazar con las
nuestras. Es un amor como el que Cristo nos muestra: revela gracia antes que un
cambio. Cristo primero y antes que nada, nos ama. Hay una apertura del corazón
que nos aleja de ponernos a la defensiva o angustiarnos. Abrazamos toda nuestra
historia y lo que somos.
BUSCAR LA VERDAD JUNTOS
Hay una mentalidad peligrosa en
pensar que el otro es perfecto. A través de la vocación del matrimonio se
persigue un fin de santidad y eso implica que estamos aprendiendo, que se
cometen errores y que pueden existir sentimientos dolorosos. Aceptar la
realidad de cada uno trazando expectativas realistas y evaluando cómo vivir con
esas cosas antes de evadirlas, puede convertirnos en un verdadero bien y
ayudarnos a acercarnos a Dios.
PERDONARNOS UNOS A OTROS
Aunque es importante notar que
Cristo nos llama a cambiar y a mejorar cada día, no lo hace antes de que se nos
haya dado el perdón. Con misericordia nos encontramos en un “sentir con el
otro” y somos capaces de abrir el corazón a la compasión por las fallas y
flaquezas sabiendo que todos las tenemos buscando el perdón mutuo. Si bien es
saludable querer lo mejor para el ser amado en cuanto a la virtud, es
igualmente importante saber perdonar.
APORTAR CADA UNO ALGO PROPIO
En todo lo nuevo que se crea, los
individuos no desaparecen sino que en muchos aspectos se complementan y aportan
un valor a la relación. Cada uno llega con una historia particular y esas
diferencias a veces se transforman en tensiones importantes si no sabemos
tratarlas. Puede que la pandemia haya significado un nuevo comienzo o etapa en
algún aspecto de la relación. Ayuda tener presente que cada uno siempre aporta
algo en la vida del otro.
PEDIR LA GRACIA PARA TRATAR LAS
DIFERENCIAS
Con la gracia de Dios y mucho
trabajo, se puede lograr que una relación funcione a pesar de las diferencias.
Es posible que no todo lo que molesta necesite cambiarse. Pueden ser cosas que
atenten a la relación, pero otras simplemente se trate de una cuestión de
gustos o preferencias. La Palabra de Dios y las enseñanzas de
Cristo son la guía para reconocer buenos o malos hábitos, hablar acerca del
cambio o recibir la gracia de sobrellevarlos.
CULTIVAR LA EMPATÍA EN LA
RELACIÓN
La pandemia es un fenómeno
global, pero a cada uno le afecta de un modo concreto. Esta situación mirada
con Cristo nos puede ayudar a entender mejor dónde está el otro y qué puede
estar sintiendo sin asumir que es igual para todos. Del mismo modo, es posible
que tu ser querido ya tenga una relación con Cristo, pero eso no significa que
sea espiritualmente maduro en todas las áreas en las que estás tu
espiritualmente maduro y viceversa.
REZAR JUNTOS EL UNO POR EL OTRO
Haz lo mejor que puedas para
cubrir todo en oración. Cristo puede guiar, sanar y hacer madurar nuestro amor.
Es importante pedirle que al tocar el corazón humano nos ayude a lidiar con las
peculiaridades personales de cada uno. En vez de intentar quitarlas
rápidamente, es bueno entregarlas. La oración en sí misma es un acto de amor
que hacemos por el otro. Cuando no sabemos qué hacer, siempre tenemos la
oportunidad de rezar.
Cecilia Zinicola
Fuente: Aleteia