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Philippe Lissac / Godong Ref:488 |
El 19 de marzo de 1882 fue el día escogido para poner la primera piedra de una nueva iglesia en el corazón de la ciudad de Barcelona. Una consagración que no debía nada al azar. Dedicada a la Sagrada Familia, la iglesia fue un encargo de la asociación de los devotos de san José. Este proyecto empezó a tomar una dimensión inesperada con la llegada de un joven arquitecto: Antoni Gaudí.
Gaudí sabía desde el principio
que nunca vería el final de la obra, aunque los documentos, obras e
indicaciones que dejó permitirían proseguir la construcción de la iglesia. Tras
su muerte, varios arquitectos le sucedieron para lograr ofrecer al mundo un
edificio finalmente completo. Su
conclusión está prevista para 2026, con motivo del centenario de la
muerte de Gaudí, aunque la pandemia obligará a revisar los plazos.
La capilla central
de la Sagrada Familia es en cierto modo el punto de partida de la aventura de
Gaudí. Dedicada a san José, no estaba terminada aún cuando Gaudí tomó el relevo
de los trabajos del santuario después del arquitecto Francisco de Paula del
Villar y Lozano. Gaudí intentó entonces terminarla rápidamente para celebrar su
inauguración el 19 de marzo de 1885, día de san José. A partir de este momento,
redefinió la iglesia y propuso sus primeros planos, ¡que no tenían nada que ver
con el proyecto inicial!
Entre 1884 y 1885,
cuando Gaudí terminaba la capilla de San José, pidió al escultor Maximí Sala
Sánchez construir una estatua del santo para colocar en su interior. Sin
embargo, en 1936, una parte de la capilla fue incendiada durante la Guerra
Civil española. La estatua de san José no se libró y desaparecería para
siempre.
La basílica,
consagrada a la Sagrada Familia, ofrece, como es natural, un lugar de honor a
las tres personas que la componen. En la fachada del Nacimiento, los tres
portales están dedicados a Jesús, a la Virgen María y a san José. Una virtud va
asociada a cada uno de ellos. La Caridad para Jesús, la Esperanza para la
Virgen y la Fe para José. En lo alto de la fachada, el monograma de José está
coronado con un bastón florido compuesto de lirios. El lirio se asocia a menudo
a José y simboliza su pureza y su abandono a la divina Providencia.
Además del portal en su honor, san José está por todas partes y se incluye también en los portales de Jesús y María. Así, se le distingue en la escena de la Presentación de Jesús en el templo, mientras mira al sacerdote bendecir al recién nacido o, acompañado de María, con mirada sorprendida, cuando encuentra a Jesús predicando en el templo ante doctores de la ley. Más lejos, se ve a Jesús niño presentando una paloma herida a José.
En el portal central, José está presente,
por supuesto, durante la Natividad y
durante la coronación
de la Virgen. En total, se pueden contabilizar diez representaciones
de san José en la fachada principal. Una presencia notable que da fe del lugar
eminente que siempre tuvo en el programa iconográfico concebido por Gaudí.
Vittoria Traverso
Fuente: Aleteia