Cada 22 de febrero, la Iglesia Católica celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro, cuyo origen se remonta al siglo IV. En esta celebración, tenemos presente a quien tiene la misión de liderar la Iglesia en el seguimiento de Cristo
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Fiesta de la Cátedra de San Pedro |
Una visión integral de la vida,
los seres humanos y Dios
Hay algunos rasgos
característicos de su pensamiento que es importante recordar: en primer lugar,
Francisco, en la encíclica Laudato
si’ presenta una visión que integra la vida en nuestra casa común, la
humanidad, la idea de desarrollo y la acción de Dios, todo como una sola
realidad interconectada, en la que ningún elemento queda fuera: “El desafío
urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda
la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues
sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo
marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado” (LS
13).
Nadie se salva solo
Francisco sostiene esta visión
integradora de la realidad con un elemento que está presente en la
encíclica Fratelli
tutti: “la conciencia de que nadie se salva solo, que únicamente es
posible salvarse juntos” (Ft 18). Este planteamiento entra necesariamente en
discusión con la política, la economía, el mercado y otras áreas de la vida
humana. Recordamos dos textos de la encíclica, el primero, referente al
mercado:
“El mercado solo no resuelve
todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se
trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas
recetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo se reproduce
a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin nombrarlo—
como único camino para resolver los problemas sociales” (Ft 168).
El desafío de construir hermandad
Francisco plantea que esto es así
porque “Esta cultura unifica al mundo, pero divide a las personas y a las
naciones, porque la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos,
pero no más hermanos. Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que
hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria
de la existencia” (Ft 12).
Para Francisco, la fraternidad y
el amor social despliegan todo su poder transformador en el amor y cuidado por
los más frágiles, en la cultura del encuentro y del diálogo, en la política
como ternura y amabilidad:
“En la actividad política hay que
recordar que «más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y
merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una sola
persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida” (Ft 195).
La amabilidad, luz para las
relaciones fraternas
El papa al referirse a la
amabilidad nos recuerda que “El individualismo consumista provoca mucho
atropello. Los demás se convierten en meros obstáculos para la propia
tranquilidad placentera. Entonces se los termina tratando como molestias y la
agresividad crece. Esto se acentúa y llega a niveles exasperantes en épocas de
crisis, en situaciones catastróficas, en momentos difíciles donde sale a plena
luz el espíritu del ‘sálvese quien pueda’. Sin embargo, todavía es posible
optar por el cultivo de la amabilidad. Hay personas que lo hacen y se
convierten en estrellas en medio de la oscuridad”.
Al ver la figura del Papa
Francisco, estamos ante un hombre que despliega una gran fuerza inspiradora,
que viene de Francisco de Asís, de Ignacio de Loyola, de su tierra, Argentina,
América Latina y el mundo entero. Un hombre que ha mostrado que el camino para
una nueva humanidad es salir al encuentro de los más vulnerables e invisibles,
relegados de este mundo. Esto se contagia porque se contagia como esperanza, la
que debemos alimentar con el sueño de sentirnos hermanos, sin ninguna frontera.
Ciudad del Vaticano
Vatican News