Cambio de perspectiva
Ayer, a primerísima hora de la
mañana, crucé el claustro. Admito que no pude evitar detenerme. La luz del
amanecer se colaba por entre los arcos, llenando las paredes de suaves tonos
rosados y violetas. ¡¡Parecía de cuento!! Bueno, justo entonces me detectaron
las luces automáticas y se acabó la magia... En fin, qué insensible la
tecnología...
Sin embargo, aquel segundo de
arte me impresionó. Y de pronto me surgió una gran duda: ¿por qué el color de
la Cuaresma es el morado?
A mí me pegaría más un color
triste, como el gris; o uno serio, como el negro... Es cierto que el morado
oscuro no me gusta, ¡pero el morado clarito puede ser precioso! ¿Por qué elegir
ese color precisamente y no otro?
En cuanto tuve un minuto, me puse
a investigarlo, ¡y no te vas a creer lo que encontré!
¿Y cómo acabó ese color
protagonizando estos 40 días?
La respuesta la encontramos en el
Evangelio: “Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en
la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él,
le decían: «¡Salve, rey de los judíos!»” (Jn 19, 2-3).
Cristo vistió la ropa de los
reyes en medio de las burlas de los soldados. Y, en recuerdo de ese “manto
color púrpura” de la Pasión, vestimos nuestra Cuaresma de morado.
¡¡Cómo me impresionó este
detalle!! Porque de pronto me hizo ver que hay muchas cosas que pueden verse de
forma diferente: con los ojos del mundo o con los ojos de Jesús.
El morado era el color de la
realeza y, efectivamente, Cristo no cambia eso: Él es rey. Pero su corona no es
de oro, sino de espinas. No quiere dominar, sino que viene a servir. El suyo es
el reino del Amor, un reino en que el Rey da la vida por ti. Solo para decirte
que te ama.
Y, al rozar la piel de Jesús, el
morado adquirió un nuevo tono. Junto a la realeza, nos recuerda todo lo que
Cristo hizo por ti y por mí. ¿Cómo no amar a quien nos ama tanto?
Hoy el reto del amor es ver la
realidad con los ojos de Cristo. Te invito a que, antes de valorar una
situación o a una persona, te des unos segundos para mirar a Cristo. ¿Cómo se
ve ese “manto” sobre Sus hombros? Puede cambiar mucho su sentido... ¿Te atreves
a mirar más allá? ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma
