Santuario de la Gruta de la Leche en Belén. Dominio público |
La
tradición es beber un poco
de polvo de la piedra de la cueva, blanda y blanca, rezando alguna oración a la
Virgen. Se hace sobre todo para pedir su intercesión frente a
problemas de infertilidad o de salud maternal o prenatal.
En
una oficinita junto a la iglesia guardan cientos de cartas emocionadas, de
personas de todo el mundo agradeciendo la acción de Dios y la Virgen sobre
ellos. Dan gracias, por
ejemplo, por haber tenido un bebé después de varios abortos naturales. Una
mujer escribe en francés que lloró en la gruta, que sus lágrimas fueron sus
oraciones… y dos meses después quedó embarazada. Una brasileña a la que habían
declarado infértil conoció la Gruta por televisión, pidió el polvo, rezó y dio
a luz a una niña llamada Gabriela.
Una religiosa en la capilla monta
guardia a todas horas y reza por la paz. Es una de las Adoratrices
Perpetuas del Santísimo Sacramento, cuyo monasterio se conecta con la Gruta de
la Leche. Este santuario, junto con otros 11, forma parte de la red “Doce estrellas en la
corona de la Virgen María Reina de la Paz”, que son doce espacios de
oración en los lugares del mundo donde hay conflictos, con capillas en
Kazajistán, Bosnia Herzegovina, Costa de Marfil, Corea del Sur, Filipinas y
otros países.
Al
santuario acuden no sólo
cristianos, sino también mujeres musulmanas. Son sobre todo mujeres las que
acuden a María en este santuario, ante un gran icono de la Virgen.
A
veces hay personas que escriben desde cualquier país pidiendo favores a la
Virgen, y los frailes presentan estas intenciones y rezan a Dios por ellas. Un
fraile llamado Butros (Pedro, en árabe) explica que “María es nuestra madre, nos escucha y entra en nuestros
corazones”.
Fuente: ReL