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mujeres golpeadas por la pandemia esquivan el sinhogarismo gracias al proyecto
No Second Night, fruto de la colaboraciĆ³n entre el Ayuntamiento de Madrid y la
FundaciĆ³n Luz Casanova
Foto: FundaciĆ³n Luz Casanova |
La iniciativa naciĆ³ en el mes de junio «como una respuesta rĆ”pida a la emergencia que estaba planteando la pandemia», explica Julia Almansa, directora de la fundaciĆ³n. «Nos estĆ”bamos encontrando con mujeres que nunca antes habĆan vivido una situaciĆ³n de calle, pero que entonces era una posibilidad real para sus vidas. Al haber perdido el empleo y la vivienda, querĆamos dar una respuesta enseguida para que no entraran en la espiral del sinhogarismo, de la que es difĆcil salir».
Es lo que le pasĆ³ a Bibiana. Cuando se le acabĆ³ el poco dinero que tenĆa contactĆ³ a travĆ©s del Samur Social con Luz Casanova y pudo entrar a vivir a una pensiĆ³n y recibir ayuda para la alimentaciĆ³n, ademĆ”s de beneficiarse de los recursos para la inclusiĆ³n que ofrece la entidad. Hasta el mes de octubre, el proyecto fue financiado en su totalidad por el Consistorio madrileƱo; desde entonces, el Ayuntamiento cubre el alojamiento y es la FundaciĆ³n Luz Casanova la que utiliza sus propios fondos para llevar a cabo el acompaƱamiento, la relaciĆ³n con los servicios sociales y el proceso de bĆŗsqueda de empleo.
Con este trabajo conjunto «hemos logrado reducir mucho el tiempo de calle, como mucho uno o dos dĆas, un tiempo muy destacable si tenemos en cuenta el rigor de la pandemia», explica Almansa. AdemĆ”s de ser un programa de emergencia, «tambiĆ©n es preventivo», pues busca «evitar una situaciĆ³n de exclusiĆ³n mĆ”s severa». «No solo queremos resolver un problema puntual, sino evitar una situaciĆ³n de sinhogarismo que se pueda hacer crĆ³nica», asevera, para detallar que «con No Second Night buscamos que ninguna mujer tenga que pasar una segunda noche en la calle; de hecho, algunas, como Bibiana, ni siquiera tienen que pasar por esa situaciĆ³n».
VĆctimas del paro y la violencia
La mayorĆa de las 52 mujeres que hasta la fecha se han incorporado al proyecto se vieron en dificultades al principio de la pandemia al perder su fuente de ingresos. Muchas cuidaban de personas mayores o trabajaban limpiando casas, siempre en situaciĆ³n irregular. Otras venĆan de situaciones de violencia intrafamiliar que el confinamiento agravĆ³ haciendo imposible la convivencia. Y hasta hay algunas que para salir adelante sufrieron abuso sexual por parte de caseros o empleadores.
Julia Almansa aporta el dato de que un 6 % de ellas vivĆan bajo amenazas en la vivienda en la que se encontraban en aquel momento, y destaca que casi todas han vivido situaciones de violencia en algĆŗn aspecto, tanto de pareja como sexual, antes y durante el confinamiento, en proporciones mucho mĆ”s altas que las que hay entre la poblaciĆ³n general. «Llegan aquĆ con un sufrimiento muy grande», constata.
Cuidar a quienes nos cuidan
Para Almansa, la pandemia ha destapado «la fragilidad que padece el trabajo en el sector de los cuidados. No estamos cuidando a quienes cuidan de nuestros ancianos, de nuestros niƱos y de nuestros hogares. Son personas muy vulnerables que en situaciones de crisis sufren un gran golpe».
Gracias a la iniciativa, no solo se cubren las necesidades bĆ”sicas de alojamiento y manutenciĆ³n, sino que se trabaja en el acompaƱamiento integral de estas mujeres en lo social, jurĆdico, sanitario, laboral y econĆ³mico. Es un proceso en el que intervienen educadoras, trabajadoras sociales y psicĆ³logas que ya ha dado su fruto: cuando llegaron al proyecto, el 78 % de estas mujeres estaban en paro y no tenĆan ningĆŗn ingreso; a dĆa de hoy, el 54 % ya tienen ingresos propios para afrontar su vida.
Cuatro de cada diez ya ha hecho la transiciĆ³n hacia una vida autĆ³noma, «aunque hay mujeres que por su situaciĆ³n necesitan mĆ”s tiempo y un acompaƱamiento mĆ”s largo», explica Julia Almansa.
Si cuando llegan presentan «mucho desconcierto y agobio», en las evaluaciones que hacen del programa valoran «muy positivamente» el trabajo realizado con ellas. «Se sienten muy apoyadas y atendidas», concluye Almansa.
Es el caso de Bibiana, que despuĆ©s de varios meses afirma: «Ahora tengo esperanza. Todos los dĆas le pido a Dios que me dĆ© fuerza. SĆ© que todo esto va a pasar y encontrarĆ© un trabajo para ayudar a mi familia».