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Foto: Miriam Esteban |
Porque el 5 de enero nos regala una noche asombrosa,
cargada de esperanza, fe y caridad. Los santos Reyes Magos llegan repletos de
los mejores dones para grandes y pequeños durante esa gran noche.
¿Existen los Reyes Magos?
El Evangelio nos relata que unos magos llegados desde
Oriente fueron guiados por una estrella para que adorasen al Niño Dios, rey de
los judíos, que acababa de nacer.
En más de una ocasión el actual Papa ha comentado que
los Reyes Magos son “sabios compañeros de camino” cuyo ejemplo “nos
ayuda a levantar la mirada hacia la estrella y a seguir los grandes deseos de
nuestro corazón”.
El papa Francisco, el 6 de enero de
2019, nos indicó que no basta saber que Jesús nació “si no lo
encontramos”. Y añadió:
“Hoy […]
estamos invitados a imitar a los magos. Ellos no discuten, sino que caminan;
no se quedan mirando, sino que entran en la casa de Jesús; no se ponen en el
centro, sino que se postran ante él, que es el centro”.
El 5 de enero es una noche mágica. La más mágica del
año. La ilusión y la esperanza de los más pequeños también es la nuestra. Los
Reyes Magos existieron y existen.
Y cada 5 de enero, la estrella que se
apareció en el cielo a los Reyes se enciende también en nosotros, nos aleja de
la oscuridad y entonces nos hace surgir la pregunta: ¿Dónde tenemos puesta
nuestra mirada: en el cielo o en lo terreno?
La adoración de los Reyes ante el pesebre nos enseña
un camino distinto al que aspira la mentalidad terrenal: la humildad de Dios
que se hace Niño.
Día de Reyes
inolvidable y lleno de bendiciones
Los niños se despiertan nerviosos, todo está preparado
para sorprenderles.
La noche anterior dejaron todo preparado, los zapatos
de toda la familia limpios y perfectamente ordenados, al lado un vaso de leche
y dulces para que repongan fuerzas los Reyes Magos, un poco de agua y paja para
los camellos.
Y en unos años, nuestros hijos tal vez no recuerden
los regalos concretos que recibieron ese día, pero sí el clima extraordinario
de esa “mañana tan especial”.
Al grito de “¡ya han pasado los Reyes!”, salen todos
disparados de la cama. El salón está lleno de globos y confetti, no
queda leche en los vasos (se la han bebido los Reyes), sólo quedan las migas de
turrón en la bandeja. ¡Qué sorpresa! Uno de los Reyes se ha olvidado un
guante blanco junto a los vasos.
Se ven pisadas blancas que van desde el balcón hasta
los pies del árbol de Navidad.
En ese momento, entre gritos de alegría e ilusión, la
estrella que se apareció en el cielo a los Reyes luce en nuestro salón junto al
Niño Dios.
Y como los Reyes Magos, ante el gozo de nuestros
hijos, hemos descubierto la estrella de Belén, claridad y sentido, en el cielo
de nuestra alma.
Así que agradezcamos a los Reyes Magos este día de la
Epifanía por la que se nos regalan muchas bendiciones del cielo. Pidámosles que
nos guíen con su santa astucia en el camino de la fe para que las tinieblas no
nos impidan llegar más allá, al verdadero Belén celestial: la vida eterna con
Dios.
Miriam Esteban Benito
Fuente: Aleteia