El voluntario cristiano se distingue del voluntario social, no en lo que hace, sino en las motivaciones
Los cristianos, discípulos de Jesucristo, somos ciudadanos de este mundo y del
pueblo de Dios que es la Iglesia. Doble es nuestra tarea: Construir el pueblo
de Dios y colaborar en la construcción de la sociedad en que vivimos, según los
planes de Dios. Esta situación nos puede crear tensión e incluso rupturas, pues
a veces no es fácil ser fiel a la identidad cristiana y a la de ciudadanos de
este mundo.
Pero debemos afirmar con gozo que el voluntariado social permite, como muy
pocas actividades humanas, que la persona realice simultáneamente su identidad
como ciudadano y como cristiano. Si soy ciudadano responsable, si soy buen
ciudadano, habré de ser voluntario social, y si soy buen cristiano, he de ser
un voluntario en el campo de lo social, pues el cristiano es llamado por Dios a
evangelizar, a construir el Reino de Dios.
Así pues, el voluntario social cristiano no es un nuevo tipo de voluntario. El
voluntario cristiano se distingue del voluntario social, no en lo que hace,
sino en las motivaciones, en los estímulos que le vienen de la fe, en el
estilo, en el talante, que es el de Jesucristo.
Resumiendo
El voluntariado social es un modo, no el único, pero sí uno de los más
privilegiados, de vivir nuestra condición de cristianos. Por eso, la Iglesia
nos empuja a ser voluntarios y a vivir el voluntariado en organizaciones
eclesiales o no, privadas o públicas. "Animemos a los cristianos a
engrosar este nuevo ejército de voluntarios por la paz, por la justicia, por la
fraternidad y por la caridad política y social" (La Iglesia y los pobres,
86). "Nuestra sociedad y nuestra Iglesia están necesitando de un verdadero
ejército de voluntarios, no para la guerra, el odio y la violencia, sino para
la paz, la justicia y el amor; de un ejército de voluntarios sociales que se
ocupen y preocupen de acoger, atender, escuchar, orientar, ayudar y levantar a
todos aquellos ciudadanos y hermanos a los que la sociedad empobrece y
maltrata". (La Iglesia y los pobres,. 85).
Raíces o motivaciones profundas para ser voluntario social
- El Dios que se nos revela en la Biblia, el Dios revelado por Jesucristo el
Hijo de Dios, es un Dios que siempre se pone del lado del pobre, del marginado,
del esclavo, del que sufre. El Dios bíblico ve, oye, y siente como propios los
dolores, las miserias, la explotación y la injusticia que sufren las personas,
y nos llama, como llamó a Moisés, para que en su nombre y con su fuerza les
libremos de todo sufrimiento e injusticia. (Cf. Éx 3, 6-10).
- Nuestro Dios es compasivo y misericordioso, no sólo justo y solidario, y
quiere que nosotros también lo seamos. (Cf. Ex 34,ó).
- La comunidad cristiana encuentra la motivación para la caridad, para ser
voluntario social y solidario, en el haber sido amados por Jesucristo. Todas
nuestras acciones altruistas, solidarias y compasivas nacen de la gratuidad de
un "amor primero", inmerecido e impagable de Jesucristo. Somos don
del Amor de Dios manifestado en Jesucristo en orden a ser don de amor para los
demás.
- El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es quien
empujó a Jesucristo a anunciar la Buena Noticia a los pobres, liberándolos en
su fuerza de la pobreza, de la esclavitud, del dolor. (Cf. Lc 4, 18-21). Ese
mismo Espíritu nos urge a nosotros a hacer lo mismo.
Ejemplo de Jesucristo
El cristiano ha recibido el Espíritu de Jesucristo para actuar, pensar Y sentir
como Él.
- Jesucristo es el voluntario por excelencia que no "vino para ser
servido, sino para servir y para dar su vida en redención de muchos" (Mt
20, 28).
- En el lavatorio de los pies (Jn 13, 1-17), Jesucristo nos ofreció y explicó
una señal muy elocuente de servicio.
- En la parábola del Buen Samaritano nos brinda un ejemplo estupendo para vivir
el Evangelio de la misericordia (Lc 19, 3036).
- La lectura de los Evangelios permite constatar que Jesucristo dedicó buena
parte de su vida pública a atender, acompañar, cuidar, curar y promocionar a
los enfermos, marginados y excluidos.
- Jesucristo se identifica con los pobres, con los que sufren. Lo que a ellos
les hacemos, a El se lo hacemos. (Mt 25, 31-46).
- Jesucristo nos dice que la salvación definitiva o la condenación depende del
amor efectivo y afectivo que demos o no a los pobres. (Mt 25, 31-46).
Enseñanzas de la Iglesia
- El servicio del voluntariado no es para el cristiano un privilegio, sino un
deber que brota de la fe, una respuesta coherente con los compromisos
bautismales, una invitación que espolea a testimoniar la fe, la esperanza y la
caridad: "Por medio de los laicos la Iglesia de Cristo está presente en
los más variados sectores del mundo, como signo y fuente de esperanza y
amor". (Christifideles laici 7).
- "Así como Jesús fue radical y esencialmente pobre por su encarnación, y
entregado principalmente a los pobres por su misión, y sólo así cumplió la
redención y Él mismo alcanzó su glorificación, la Iglesia de Jesús debe ser
aquélla que en su constitución social, sus costumbres y su organización está
marcada profundamente por el mundo de los pobres, su preocupación, su
dedicación y planificación esté orientada principalmente por su misión de
servicio hacia los pobres". (La Iglesia y los pobres, 25).
- La Iglesia, a lo largo de su historia, se inspiró en el ejemplo de su
Fundador y quiso siempre vivir el mandamiento del amor.
Por: Basilio Pérez de Mendiguren
Fuente: mercaba.org