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Asamblea Plenaria de los obispos de noviembre 2020 |
Según
el curso habitual de los nombramientos, una vez que acepten los candidatos, hay
que dejar un tiempo que oscila entre diez y quince días para que la Nunciatura
pueda comunicarlos oficialmente al Gobierno. Se presupone que durante la segunda semana de diciembre podrían comenzar
a hacerse públicos.
Estos
nombramientos no cierran el ciclo de trabajo de la Nunciatura en España, que
sigue en plena actividad de información sobre nuevos candidatos y provisión de
diócesis. En particular afloran los nombres de un par de Vicarios episcopales
de Madrid, y de otras diócesis como las de Toledo y Plasencia.
Esta
reconfiguración de las sedes episcopales ha hecho que la Asamblea Plenaria haya
transcurrido por los cauces de la normalidad. Tampoco el sistema mixto de participación de los obispos,
presencial y telemático, ha facilitado un gran número de
intervenciones de los no presenciales.
La
acumulación de temas de trabajo, además de los habituales de la Plenaria de
Noviembre –presupuestos, informes y nombramientos-, convirtieron las jornadas
en sesiones agotadoras, en las que los obispos que seguían la Asamblea desde
casa desconectaban con cierta frecuencia.
La
sensación es que la presidencia del cardenal Juan José Omella, instalada en un “buenísimo táctico”, ha
querido aplazar los temas polémicos para no desviar el foco de atención y
esperar a que se configure el mapa
episcopal de forma más consolidada en la próxima de primavera. Por
tanto, para ganar algo de tiempo hasta que aparezcan en la Plenaria los obispos
de la nueva hornada.
Por
ejemplo, aunque se citó de pasada la cuestión de la integración de Seminarios, a
propósito del debate sobre la Ratio
Studiorum, prefirieron no poner sobre la mesa directamente este
tema.
La
situación política y los efectos económicos de la pandemia en las diócesis
fueron algunos temas que se abordaron en profundidad en esta Asamblea Plenaria. A los obispos les
preocupan las cuentas de la Iglesia que, en no pocos casos, han entrado en
números rojos.
Se
podría decir que no pocas diócesis están en una “economía de guerra” ante la
disminución de los ingresos. De ahí que confirmar en el cargo a Fernando
Giménez Barriocanal, como Vicesecretario de Asuntos Económicos, haya sido una
prioridad. La práctica unanimidad del voto de los obispo presentes así lo
ratificó.
Un
tema que se está abordando desde el punto de vista jurídico, y que preocupa a
los obispos, son las restricciones a la práctica de la libertad religiosa en
varias de sus manifestaciones, desde la misa dominical hasta las reuniones de
las Asociaciones de fieles, o las celebraciones de los tiempos litúrgicos
fuertes.
Respecto
a las relaciones con el Gobierno, los
obispos fueron informados de las conversaciones mantenidas entre el Ejecutivo y
la Conferencia Episcopal. La impresión generalizada es que el Gobierno tiene su
agenda, en estas cuestiones marcada por su socio radical de Podemos, y que la
van a llevar adelante por mucha que digan que con la Iglesia son no pocos los
temas en los que hay sintonía.
En
este sentido, los obispos están
divididos. Hay quienes apuestan por darle un voto de confianza
al Ejecutivo pensando quizá que no traspasará ciertos límites. Consideran que
el diálogo y una posición no beligerante aminorará las pretensiones del
Gobierno.
Mientras
otros piden mayor contundencia con un discurso público más incisivo. Contando
que, además, el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis
Argüello, es un hombre adecuado para esta tarea. Lo que ocurre es que hay quien
también apunta a que el obispo Secretario General se está quemando demasiado, no
tanto por sus comparencias sino por la ausencia eficaz de otras voces
relevantes.
Fuente: ReligionConfidencial