La diferencia está en la esperanza que pongas
En estas fechas me encanta pasear
por la huerta mirando los árboles. Ya es época de otoño-invierno y, por lo
tanto, de luz solar hay pocas horas. En los árboles se detiene la producción de
clorofila, las hojas se vuelven amarillas y se caen. Como consecuencia, ves
árboles en los que solo encuentras tronco y ramas.
Pero, paseando, vi entre medias
algún árbol seco. Ahora es difícil diferenciar un árbol seco de un árbol al que
se le han caído las hojas. Por el exterior no hay diferencias, los dos están en
apariencia secos y sin vida.
Dentro de mí, miraba los árboles
a los que se les habían caído las hojas, y algo me decía “no pasa nada, todo
volverá”. Y, ¿sabes qué es lo que marca la diferencia entre un árbol sin hojas
y un árbol seco? La esperanza que tú pongas dentro de ti.
Porque, cuando vemos un árbol
seco, sabemos que no hay vida y que no volverá a haberla, mientras que, ante un
árbol al que se le han caído las hojas, en nuestro interior nace la esperanza
de que en unos meses volverán las hojas. La diferencia es la esperanza que tú
le pongas.
La situación que nos está tocando
vivir del covid es difícil, podemos ver un árbol seco o sin hojas; nuestra fe
en Jesús nos lleva a que la esperanza sea el motor de este día. Porque la
diferencia de lo que vas a vivir hoy la marcará tu esperanza. Mira dentro de ti
y apuesta por la vida. Con Cristo, todo es posible.
Hoy el reto del amor es poner
esperanza en lo que tengas que vivir a lo largo del día, sembrar vida y, al
final del día, darle gracias al Señor por todo lo vivido.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma