Los defectos de la perfección
Dicen que el silencio es paz...
hasta que tienes un beagle. En cuanto tienes un beagle, el silencio es
sospechoso. MUY sospechoso.
¿Recuerdas que hay pintores
trabajando en el monasterio? Pues, a falta de tapa, cubrieron un bote de
pintura con una enorme baldosa. Jubi notó el olor... y calculó que podía ser un
enemigo potencial. No podía dejar las cosas así. Había que resolver qué se
escondía ahí dentro.
Y, sí, logró quitar la baldosa...
tirando el cubo de pintura.
Apareció en la sala de trabajo
con una pata completamente negra. Pensando que era carbón, me lancé a
limpiarla... y descubrí que aquello era pegajoso, ¡y no se quitaba!
Jabón, alcohol... ¡imposible! Las
manchas no salían, ni de su pata, ¡ni de mis manos! ¡¡Con lo poco que me gusta
a mí llevar las manos sucias!! Pero no podía dedicar más tiempo a la limpieza,
¡tenía que seguir trabajando! Afortunadamente, ¡las manchas no eran problema en
eso!
En efecto, creo que a todos nos
gustaría presentarnos cada noche ante el Señor “con las manos limpias”. Pero,
al menos yo, ¡no hay un solo día en que no aparezca llena de pintas!
Pero de pronto el Señor me lo
iluminó: ¿y si Él no mira las manos... sino el corazón? ¿Y si la perfección no
está en lo que haces o dejas de hacer... sino en el amor?
Cristo no quiso que su Iglesia
fuera un museo de santos, sino un hospital de pecadores. Él acoge y quiere
trabajar con personas de carne y hueso, como tú y como yo, que se equivocan,
que comenten fallos, que caen... Lo maravilloso de Jesús es que, es tan
poderoso, que todo, en cuanto lo ponemos en Sus manos, lo usa para nuestro
bien. Él es el único que logra que las cicatrices nos hagan crecer.
Hoy el reto del amor es seguir
amando. Cristo no se asusta de tus manchas, ¡imagina que su primer Vicario era
nada menos que Pedro, el que le había negado! ¿Confiarías tú en alguien así?
Pues Cristo sí. Porque para Él “perfecto” no es el que no comete errores; sino
el que, pase lo que pase, no deja de amar. ¿Y tú? ¿Qué vas a mirar hoy? ¿Las
manchas... o la Persona que sostiene tus manos? ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma
