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| La Comunidad de Religiosas: Foto Ascen Lardies |
Se lo entregó el ayuntamiento de la localidad y no era para menos. La comunidad de religiosas, junto con el resto de trabajadores del centro, consiguieron mantener alejada a la COVID-19 y ninguno de los 92 residentes ni de los 42 trabajadores resultó contagiado.
La situación en esta segunda ola es bien distinta. «Cumplimos escrupulosamente todas las medidas», tanto las impuestas «por las autoridades como algunas establecidas por nosotras mismas», pero «actualmente tenemos un brote activo que afecta a 45 personas entre trabajadores y ancianos», alcanza a decir sor Begoña Sierra, superiora de la comunidad desde hace seis años, casi entre sollozos.
«Seguiré luchando»
Ante esta situación, las hermanitas de los Ancianos Desamparados de Barbastro se han visto obligadas a aislar a todos los residentes y dividir la residencia en varias zonas según el nivel de contagio. Incluso la propia comunidad se ha visto partida en dos. «Por un lado, están las hermanas que se han visto afectadas y, por el otro, el resto de religiosas», explica sor Begoña, al mismo tiempo que confiesa sentirse «un tanto agobiada».
Sin embargo, no piensa rendirse. Su voz parece recobrar cierta vitalidad al otro lado de la línea y exclama: «Seguiría luchando aunque estuviera contagiada. Los ancianos se lo merecen».
José
Calderero de Aldecoa
Fuente:
Alfa y Omega
