La oración de Jesús a orillas del Jordán
es la oración de todos los bautizados en Cristo: lo recordó el Papa Francisco
ayer por la mañana, en la tradicional audiencia general del miércoles celebrada en el
Aula Pablo VI. Continuando con su ciclo de catequesis dedicado a la oración,
tras haber recorrido el Antiguo Testamento, el Pontífice se detuvo en la figura
de Jesús y el comienzo de su misión publica, que tuvo lugar con su bautismo en
el río Jordán, donde el pueblo reunido en espíritu de oración recibía de Juan
el bautismo de penitencia.
El primer acto público de Jesús es por
tanto la participación en una oración coral del pueblo, una oración
penitencial, donde todos se reconocían pecadores
“Jesús es el justo, no es el pecador. Pero Él quiso descender hasta nosotros pecadores, y Él reza con nosotros, y cuando nosotros rezamos Él está con nosotros rezando. Él está con nosotros porque está en el cielo rezando por nosotros. Siempre. Jesús siempre reza con su pueblo, siempre reza con nosotros. Nunca rezamos solos, siempre rezamos con Jesús. No se queda en la orilla opuesta del río, - “yo soy justo, ustedes son pecadores” - para marcar su diversidad y distancia del pueblo desobediente, sino que sumerge sus pies en las mismas aguas de purificación.”
“Y ésta – precisó el Papa – es la grandeza de Dios que envió a su Hijo y se anuló a sí mismo y apareció como un pecador”.
Jesús no es un Dios lejano
De esta
manera, Jesús se muestra cercano al pueblo pecador y desobediente, le abre
camino y lo invita a seguirlo:
“Jesús no es un Dios lejano,
y no puede serlo. La encarnación lo reveló de una manera completa y humanamente
impensable. Así, inaugurando su misión, Jesús se pone a la cabeza de un pueblo
de penitentes, como encargándose de abrir una brecha a través de la cual todos
nosotros, después de Él, debemos tener la valentía de pasar.”
El Santo
Padre subraya que ese día, a orillas del río Jordán, estaba “toda la humanidad,
con sus anhelos inexpresados de oración”, sobre todo el pueblo de los
pecadores:
Esos que pensaban que
no podían ser amados por Dios, los que no osaban ir más allá del umbral del
templo, los que no rezaban porque no se sentían dignos. Jesús ha venido por
todos, también por ellos, y empieza precisamente uniéndose a ellos.
Jesús reza con nosotros y abre la puerta de los cielos
El Papa
Francisco recuerda además "el clima de oración en el que tuvo lugar el
bautismo de Jesús”, durante el cual el evangelista Lucas relata que, mientras
Jesús rezaba “se abrió el cielo”. "Rezando, Jesús abre la puerta de los
cielos, y de esa brecha desciende el Espíritu Santo. Y desde lo alto una voz
proclama la verdad maravillosa: «Tú eres mi Hijo; yo hoy te he
engendrado»".
“Esta sencilla frase
encierra un inmenso tesoro: nos hace intuir algo del misterio de Jesús y de su
corazón siempre dirigido al Padre. En el torbellino de la vida y el mundo que
llegará a condenarlo, incluso en las experiencias más duras y tristes que
tendrá que soportar, incluso cuando experimenta que no tiene dónde recostar la
cabeza, también cuando el odio y la persecución se desatan a su alrededor,
Jesús no se queda nunca sin el refugio de un hogar: habita eternamente en el
Padre.”
La oración de todos los bautizados
"En
la oración de Jesús – explica el Papa – el Espíritu Santo toma posesión
de su persona y la voz del Padre atestigua que Él es el amado, el Hijo en el
que Él se refleja plenamente. Una oración que es totalmente personal y
así será durante toda su vida terrena” y “en Pentecostés se convertirá por
gracia en la oración de todos los bautizados en Cristo. Él mismo obtuvo este
don para nosotros, y nos invita a rezar como Él rezaba”.
“Por esto, si en una noche
de oración nos sentimos débiles y vacíos, si nos parece que la vida haya sido
completamente inútil, en ese instante debemos suplicar que la oración de Jesús
se haga nuestra. Escucharemos entonces una voz del cielo, más fuerte que la que
sube de los bajos fondos de nosotros mismos, susurrando palabras de ternura:
‘Tú eres el amado de Dios, tú eres hijo, tú eres la alegría del Padre de los
cielos’”
El don
de Jesús: su oración, diálogo de amor con el Padre
Finalmente,
el Santo Padre recuerda que es “por cada uno de nosotros que se hace eco la
palabra del Padre: aunque fuéramos rechazados por todos, pecadores de la peor
especie. Jesús no bajó a las aguas del Jordán por sí mismo, sino por todos
nosotros. Ha abierto los cielos, como Moisés había abierto las aguas del mar
Rojo, para que todos pudiéramos pasar detrás de Él. Jesús nos ha regalado su
propia oración, que es su diálogo de amor con el Padre. Nos lo dio como semilla
de la Trinidad, que quiere echar raíces en nuestro corazón. ¡Acojámoslo!
Acojamos este don, el don de la oración. Siempre con Él.
Vatican News
