Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Llevo
unos días observando, cuando me escriben, la cantidad de emoticonos que se
usan, y me doy cuenta de que cada persona expresa con ellos algún sentimiento,
emoción, estado de ánimo... cantidad de cosas, pero solo hay un problema: y es
que tengo que interpretar más o menos lo que me quieren decir con el emoticono.
Entonces
he hecho una prueba: preguntar a la persona que, cuando me manda un emoticono
concreto, qué significaba; y te puedo decir que dos personas, mandando el
mismo, querían decir cosas distintas.
Aquí
me di cuenta de que podemos vivir cosas iguales por fuera, y por dentro tener
distintas vivencias; ni mejores ni peores, solamente distintas.
Orando
me di cuenta de que mi emoticono, mi cara, depende de cómo esté: se me nota
todo en la cara y, a la vez, así las hermanas se acercan o no. Porque, si tengo
cara de enfado, te puedes imaginar... pero, si tengo una sonrisa de lado a
lado, es una delicia. Nuestra cara refleja lo que tenemos dentro.
¿Cómo
sería el rostro de Jesús? Pues, si se le acercaban las personas, otros le
hablaban, otros le pedían, creo que en su rostro se dibujaría una gran paz,
serenidad, confianza... pero dudo que tuviera la misma cara cuando hablaba a
los fariseos o cuando echó a los mercaderes del templo.
Jesús
es verdadero Dios y verdadero hombre, por ello vivió lo mismo que nosotros, y
por ello nos entiende y sabe lo que necesitamos en cada momento. Porque, sin
dejar de ser Dios, es hombre verdadero. Y por ello entra en nuestras vidas si
le dejamos, y lo hace todo nuevo. Da vida donde hay muerte, cambia la tristeza
en gozo, el llanto en paz serena.
Porque
con su muerte y Resurrección te da la salvación si tú la acoges en tu vida.
Creer en Jesús en dejarle entrar a formar parte de ti, y experimentarás que tu
emoticono cambia, que todo cobrará sentido. Y empezarás cada día una vida
nueva. Porque lo antiguo ya ha pasado y lo nuevo está comenzando.
Hoy
el reto del amor es ver qué emoticono tienes en tu rostro, si realmente merece
la pena salir a la calle con él, o, en cambio, mejor paras un rato con Jesús,
le entregas lo que te pesa y le pides que te lo cambie por otro. La decisión
está en tu mano. Él quiere hacer un camino contigo si tú le das la mano.
VIVE
DE CRISTO