Christian, hoy seminarista
católico |
Llegó como
estudiante buscando orientación y ahora es Seminarista de la Diócesis de
Madrid. Nos cuenta su conversión e, incluso, la de su familia que, en la
distancia, también tuvo su proceso de acercamiento a la fe católica.
La historia de Christian
Christian nació
en Londres hace 30 años. Sus padres, de origen colombiano, estaban en esta
ciudad por cuestiones de trabajo. Cuando Christian cumplió 4 años y, tras la
muerte de su abuela materna, decidieron volver a Colombia. Su madre,
que nació en una familia católica, se pasó al protestantismo cuando era muy
joven, por influencia de su madre, que había decidido dar este mismo paso tras
quedar viuda. El padre de Christian, bautizado cuando era un recién nacido,
siempre fue neutral en estos asuntos, y por tanto, no influyó tanto como su
madre en la fe de Christian.
A los 8 años
viajó a España con su familia (familia que ahora incluía un nuevo miembro: su
hermana Ana Gabriela, de 3 años). En España vivieron varios años -salvando una
breve estancia por Colombia en el año 2005, en la que Christian se
bautizó en la Iglesia Menonita- y fue a los 17 años cuando Christian sintió una
llamada del Señor a seguirle más de cerca. Él buscaba, pero no conseguía
hallar en las Iglesias protestantes a las que asistía su madre, ningún modo de
respuesta que colmase esas aspiraciones.
Paralelamente,
la vida de Christian se desarrollaba con normalidad: los múltiples viajes le
habían hecho perder algunos cursos, así que fue a los 20 años cuando terminó de
cursar el bachillerato en España.
Buscando coherencia entre los estudios y la vida
Ahora se abría
una nueva etapa: la universitaria. Era el año 2010, y dado que su familia
volvía a Colombia, regresó con ellos para cursar allí la carrera universitaria.
Christian había escogido el bachillerato de humanidades en España, tenía claro
que los suyo eran las letras, y por eso quería matricularse en alguna de las
carreras afines a las humanidades y al arte. Sucesivamente, se fue
matriculando y cursando las carreras de Historia, Música y Filosofía, sin
llegar a terminarlas, pues ninguna de estas le convencía. Christian daba
mucha importancia a lo que estudiaba y a su vida misma, y en los ambientes de
estas carreras y universidades no encontraba la coherencia de vida que buscaba
entre carrera y vida, por decirlo de alguna manera. Buscaba algo así como un
sentido de totalidad y eso no se lo daba ninguna de las carreras ni
universidades a las que asistía. Y tampoco la Iglesia protestante.
Fue un día del
2º semestre de 2012, cuando curioseando sobre la Antropología, encontró en
internet un libro llamado Fundamentos de Antropología, de Ricardo
Yepes, donde pudo ver un ejemplo de ese sentido de totalidad que él
buscaba. Vio en esta obra y en su autor una coherencia de vida: de palabra y
vida. Además, le alegró mucho ver que este autor era católico, pues su simpatía
por la Iglesia Católica se había ido despertando poco a poco, y este
libro fue como el detonante que hizo que Christian se interesara aún más por la
Iglesia Universal.
Siguió indagando
sobre la procedencia del libro. Y así fue como llegó a descubrir la Universidad
de Navarra y el Opus Dei. Durante 3 años estuvo meditando el mensaje diario que
sube la página del Opus Dei, y paulatinamente descubrió también a Benedicto
XVI, que le había sido dado a conocer por medio de un sacerdote, profesor suyo
en la Universidad de La Sabana (Colombia). El texto con el que
descubrió al Papa Benedicto XVI fue su discurso en la Universidad de Ratisbona,
en el que hablaba de un tema muy interesante para Christian: la universidad y
la Teología. A través de este texto pudo comprender que la Iglesia Católica
era depositaria de la Verdad y que sólo en ella iba poder encontrarla.
Dios le hizo
ver, a través de este escrito y de otros afines, cómo la Iglesia nunca había
ido contra el ser humano y su verdad, sino todo lo contrario: amaba
tanto al hombre, que no estaba sujeta a ninguna moda ni discurso de ningún tipo.
Antes bien, estaba dispuesta a ir contra cualquier período histórico que
amenazara con acabar con el hombre. Entendió que la Iglesia era lo único
visible de Dios que perdurará por los siglos. También vio cómo se relacionaba
con autores tan antiguos como San Agustín, y que la Biblia había nacido dentro
de una misma Tradición.
Camino de la conversión
Christian sentía
que era el mismo Dios quien lo llamaba a amarlo con más perfección. La conversión
no fue una decisión fácil; y desde el momento en que descubrió el
libro Fundamentos de Antropología, hasta que fue admitido en la
Iglesia Católica, transcurrieron 3 años.
Por otro lado,
desde el momento en que abrió su corazón a la Iglesia, y sin conocer a nadie
que fuera católico -excepto una tía, que no era muy practicante-, se
sintió como inmerso en una gran familia.
Todo este
proceso se fue dando a lo largo de distintos cambios de estudios y de traslados
entre ciudades de residencia. Es decir: al mismo tiempo que se iba configurando
su vocación profesional, un proceso más lento y discreto -pero no menos
importante o decisivo- iba germinando. Poco a poco, la semilla del catolicismo
iba creciendo. Los días, meses y años se sucedían, y se trasladó a España. Allí
empezó a asistir a Misa, y comenzó también a ir a una catequesis, pero a los
pocos meses sus padres llegaron a Madrid con la idea de irse a vivir de nuevo a
Londres, y Christian se fue con ellos para allá, donde encontró un nuevo
trabajo. Pasaron varios meses y volvieron a Bogotá, donde Christian
empezó la carrera de Teología.
Sobre esto hay
que especificar que el estudio de Teología no implicaba que Christian
quisiese ser sacerdote. De hecho, no era todavía católico.
Simplemente, se había dado cuenta de que esa carrera era la que podía colmar
sus ansias intelectuales y poner fin a la búsqueda de sus estudios superiores
universitarios; se daba cuenta de que era el estudio más relacionado con Dios y
con el hombre donde él podría disfrutar y encontrar su vocación. El camino
había sido largo y tortuoso, pero empezaba a vislumbrarse una luz al final del
túnel.
Empezó a
estudiar, pues, Teología, en una universidad en Colombia, pero la orientación
doctrinal que se le daba a los estudios no era la apropiada, al menos según lo
que Christian había aprendido en las catequesis que recibió y en los autores
que le habían ayudado a convertirse. En este período de su vida fue admitido en la
Iglesia, y año y medio después conoció un centro de la Obra que fue donde se
confesó por primera vez, comenzó a comulgar con frecuencia cuando asistía a la
Santa Misa y se preparó para el sacramento de la Confirmación, que recibió con
gran alegría el 27 de octubre de 2017.
Teología en la Universidad de San Dámaso
Como decíamos,
Christian era consciente de que resultaba necesario el traslado a una
universidad de mayor garantía dogmática, y así fue como emprendió su tercer y
definitivo viaje a Europa, de nuevo por la puerta madrileña. Cursaría
en la universidad diocesana de San Dámaso los estudios de Teología.
Pocos días
después de su llegada a Madrid, su madre le dio mi teléfono móvil y quedamos en
vernos. Empezamos a hablar, y le presenté a don Juan, un sacerdote que también
vive en Madrid, y al poco comenzó a asistir a los medios de formación
para seminaristas y para gente que se plantea el ingreso en el
seminario, que se impartían en un centro del Opus Dei. Asistió a un curso
de retiro, a mediados de curso, y allí, después de meditarlo largamente y de
hablarlo con su director espiritual, decidió dar el salto y entregarse al
Señor.
¿Y su familia?
A la vez que
Christian se hacía amigo de Dios y conocía y profundizaba en la vida, enseñanza
y amistad de los santos (san Josemaría, san Agustín…) iba transmitiendo
sus descubrimientos a su madre, así como su encanto por el encuentro con la
Iglesia Católica. Ella, que escuchaba con interés los textos que le leía su
hijo -de Ricardo Yepes, de San Josemaría, de Benedicto XVI- también se
vio atraída a la Iglesia que había abandonado cuando era muy niña. Su
hermana, que nunca se sintió cómoda en los cultos protestantes, hace poco le
comunicó a Christian que recibirá los sacramentos de iniciación
cristiana en Colombia, a finales de año. Su padre continuará
probablemente con la iniciación cristiana y recibirá el sacramento del
matrimonio, junto con su madre, por la Iglesia.
Como se ve, cada vocación es un mundo, y el Señor tiene caminos inimaginables en los que, si uno lo busca desinteresadamente y con sinceridad, siempre acaba llegando a Él.
Fuente: ReL