Costumbres y hábitos
que enferman, personas tóxicas,… para todas una misma respuesta
Di TeodorLazarev|Shutterstock
Hay actitudes enfermas que me hacen daño y
envenenan mi corazón. A veces hago cosas buenas con mi vida, hago el bien,
busco a Dios. Pero no dejo de lado actitudes que me hacen mal. Actitudes que
son hábitos adquiridos, o pecados que me debilitan en la voluntad y en mi deseo
de entrega.
Son dependencias,
costumbres que me enferman. Son como esas plantas que siguen
creciendo en mi alma dejándome seco, yermo, sin luz. No me dejan ser capaz de
amar con madurez.
Me vuelvo
adicto a las redes sociales y se seca mi mundo interior. Me ato a dependencias
enfermizas que me esclavizan al pecado.
Pierdo el
tiempo de mi vida en cosas que no me alegran el alma, me agotan. Me
canso de la vida que no me llena, porque vivo buscándome a mí mismo.
Personas
tóxicas
A veces son relaciones que no me hacen
bien. Últimamente me recomiendan que acabe con las personas tóxicas de mi
entorno.
Y yo pienso en esas personas
que no me hacen bien y las catalogo como tóxicas. Esta persona me conviene,
pienso, esta otra no.
El que alguien me pueda hacer daño no es motivo para apartarlo de mi vida. No siempre la persona herida, que
hiere por el dolor que lleva dentro, es una razón suficiente para alejarla de
mí.
Puede ser que su dependencia
conmigo, o la forma de llevar su relación, me hiera. Puede ser que sus palabras
no siempre me ayuden.
Pero quizás
mi amor puede ayudarla a cambiar y darle una oportunidad para dejar de ser
dañina, para mí, para otros.
Puede hacerla más positiva
para el mundo con el paso del tiempo. Puede hacerla más sana. Mi amor puede
curar su herida.
No es magia, pero creo en el
poder del amor humano que cambia los corazones. También de las personas que son
tóxicas.
No por ser tóxica una persona
tomo la decisión de eliminarla directamente de mi mundo. ¿Dónde
queda la caridad, la misericordia que quiero ejercer con los más débiles y
heridos de mi vida?
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LO HUMANO Y DIVINO
Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra». Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. (Génesis, 1,26-27)