A
la Virgen del Carmen de la parroquia de San Ramón Nonato, en el Puente de
Vallecas, no le han faltado flores ni un solo día del confinamiento. En este
barrio de Madrid, del que es patrona desde
1880, se la quiere mucho
Le llaman la Vallecana porque es de allí: su
imagen fue tallada en 1941 a escasos 200 metros del templo, en unos talleres de
la calle de la Virgen que se llama así por este motivo.
La Vallecana fue un
encargo de un grupo de católicos procedentes de Logroño que, tras la quema en
la guerra civil de la anterior imagen, la adquirieron para la Hermandad del
Carmen de Puente de Vallecas, con más de 150 años de vida y sede canónica en la
parroquia de San Ramón Nonato.
Fue Tomás Noguera su escultor y se inspiró en el
rostro de su esposa para tallar una imagen en madera de pino policromada que
representa a una mujer hebrea. El presidente de la hermandad, Ángel Serrano,
cuenta que en ocasiones veía al hijo de Tomás, ya muy mayor, rezando delante de
la imagen. «Es bonita la Virgen, ¿verdad?». «¡Cómo no va a ser bonita si en
ella veo la cara de mi madre!».
Cuando la Vallecana sale
en procesión, lo hace en una carroza custodiada por dos ángeles a los que en la
hermandad llaman con familiaridad Pedro y Pablo porque fueron restaurados el 29
de junio del año pasado. A su paso por las calles recibe la veneración de unos
devotos muy fieles, y no solo los que viven allí: «En los años 50-60 vino mucha
gente a trabajar a Madrid y se instalaron en barrio –indica Serrano–, y al
jubilarse, regresaron a sus pueblos, pero para el día del Carmen vuelven».
Este año, sin embargo, no habrá procesión, pero sus
actos de cara al día grande de la festividad litúrgica del Carmen continúan,
marcados eso sí por el luto por las víctimas del coronavirus. Cada día desde el
9 de marzo, los hermanos del Carmen han estado rezando por los enfermos y
fallecidos por la pandemia.
Ahora, la novena está dedicada a ellos y a todos
los que en estos tiempos han estado en primera línea (sanitarios, Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado, sacerdotes, farmacéuticos...). Uno de los
actos más emotivos ha sido la ofrenda ante el monumento en recuerdo de las
víctimas de la pandemia en Cibeles (en la imagen inferior, Ángel Serrano, a la
derecha, junto a miembros de la hermandad).
«Salgamos o no –asegura el presidente–, la Virgen
nunca ha dejado de tener a sus devotos con ella. Y los vallecanos no han dejado
de velar por su Vallecana, que estará
de acuerdo [con no salir] y orgullosa de ellos», ahora que además están
ejerciendo su función de caridad como nunca.
Durante la pandemia, colaboraron en la campaña
solidaria de las hermandades de Madridque facilitó material al
hospital de IFEMA. En mayo, la Junta de Gobierno de la hermandad decidió
sustituir la ofrenda diaria de flores por alimentos y lanzó la campaña Apadrina un ramo solidario. Así, la gente que puede donar
el importe del ramo para el comedor San José, una obra de San Ramón Nonato que ha llegado a
dar durante la pandemia 900 comidas diarias. Urgía aceite, leche y
huevos, y como la necesidad no entiende de meses, la hermandad continúa con la
campaña.
«Dios te quiere
llenar no solo el estómago, también el corazón»
San Ramón Nonato es un hervidero de parroquia con
cerca de 50 proyectos en marcha. El comedor social es uno de ellos. Sigue dando
más del doble de comidas diarias que habitualmente, unas 500, a lo que se suma
la acción de Cáritas parroquial que facilita a unas 1.200 personas alimentos no
perecederos, tres veces al mes si son familia y una si es persona individual.
La Eucaristía está en el centro de todo. «Es la
fuerza de la que brota la generosidad y a la que viene la gente; el Señor es un
imán que atrae, y Él lo consigue todo», explica el párroco, José Manuel
Horcajo. A los beneficiarios de Cáritas, que acuden con su carrito, les han
organizado en este tiempo de pandemia para que tengan que esperar dentro del
templo. Así mantienen la distancia de seguridad y evitan el sol, pero a su vez
acompañan y se dejan acompañar por el Santísimo, que está expuesto en esta
parroquia todo el día, todos los días.
Acuden a por comida pero muchos también, en el
fondo, van buscando a Jesucristo: «Tantos años perdidos en la vida –le dicen al
padre José Manuel–, y Dios me ha traído aquí para encontrarme con Él». Y el
párroco les explica que la comida es «la muestra tangible de que Dios te ama y
no solo te quiere llenar el estómago sino también el corazón». «Lo nuestro es
evangelizar –añade– con el plato de comida y con Jesucristo; si no, no tendría
sentido».
La evangelización en este caso sigue el camino que
marca el Papa Francisco: Iglesia en salida y hospital de campaña todo en uno
porque hay heridas económicas, psicológicas y del alma. Para organizar la
entrega de comidas pululan por la iglesia, dentro, fuera, salones y alrededores,
decenas de jóvenes, «han venido un montón este verano, como es tan raro...»,
explica José Manuel. Junto a ellos hay un grupo especializado de voluntarios de
espiritualidad que cuidan de los primeros y ofrecen a los beneficiarios
actividades como retiros espirituales –«desde la fase 2 estamos haciendo los
miércoles y los sábados, con testimonios, vídeos, meditaciones...»–.
Muchos de los beneficiarios que están a la cola
para el comedor tienen a sus hijos en el campamento urbano: 64 niños y 15
monitores que durante tres semanas comparten excursiones –«hoy están en
Valdemaqueda»–, catequesis, Eucaristía, clases de matemáticas, inglés… Y en
agosto, las familias se irán a Noja (Cantabria) una semana de vacaciones
gracias a la generosidad del párroco, que les facilita el alojamiento.
Esperando su turno de carritos hay
muchas madres con niños pequeños que pertenecen al grupo Arcángel de formación
familiar. Como Tania (en la imagen superior), que está con su hijo Mateo de 2
años, sale de cuentas en agosto de su segunda hija, Alondra Sofía, y explica
que se casó el año pasado y que está «encantadísima con la acogida
incondicional del padre José Manuel, que está acompañando nuestro matrimonio».
O Senaida, que está pensando ya en poner fecha al
bautizo de su segundo hijo y que además es voluntaria en la parroquia. El que
uno vaya a San Ramón Nonato como beneficiario y acabe de voluntario no es un
caso aislado. También le pasó a Teresa: «Yo vine aquí por interés: la comida,
buscar un trabajo, pero Dios tenía otro plan para mí; aquí me encontré
realmente con Jesucristo y conocí cómo es la Iglesia católica. Ahora ayudo en
Misa, leo, canto en el coro… Esto es el paraíso», sentencia.
El Carmen más
castizo
La Virgen del Carmen también es patrona del barrio
de Chamberí, donde este año se han cancelado las fiestas debido al coronavirus
y la procesión que tradicionalmente recorre las calles partiendo de la parroquia
Santa Teresa y Santa Isabel. Una procesión que «fue trasladada»
desde la iglesia del Carmen y San Luis, junto a la puerta del Sol, tal y como
cuenta su párroco, Adolfo Lafuente.
«Cuando yo llegué a la parroquia en 2008 recuperé
la procesión porque aquí, devoción a la Virgen del Carmen, toda la que usted
quiera», indica. Y corrobora con datos: «En el barrio hay 2.000 habitantes, y a
las Misas del día del Carmen vienen de 3.000 a 4.000 personas; y entre 5.000 y
6.000 cubren toda la carrera para ver la procesión». Muy distinto será este
año, en el que el padre Adolfo espera muchos menos devotos en las Eucaristías
del día 16: «La gente va con miedo».
Tampoco tendrá lugar la salida procesional, que la
Virgen hace en paso sin palio, a hombros de costaleros, en una peana en forma
de barca por ser patrona de los marineros y acompañada del sonido de marchas
procesionales. Está organizada por la Hermandad de los Gitanos, con sede
canónica en la parroquia, que tiene a Nuestra Señora del Carmen de titular,
junto a Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias. La
talla es obra del escultor malagueño Francisco Palma Burgos, de 1940, copia de
una imagen de Alonso Cano destruida en la guerra civil.
El padre Adolfo afirma que ahora toca ayudar a que
no haya contagios: «La Iglesia está al lado de lo que dicen las autoridades».
Por eso, pide a los feligreses y devotos «que se lo tomen con calma».
Fuente: Alfa y Omega