Sutil
alarma
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día me fui con “el cochecito” (la cortacésped) a arreglar el jardín. Con
el sol y la lluvia de estos días, la hierba había crecido mucho.
Antes
de arrancar, comprobé que todo estuviese en regla: gasolina, cesta vacía, las
llaves, las gafas...
Comencé
mi labor alegremente pero, a los pocos instantes, un ruidito extraño, como de
un golpecito constante, me puso en alerta máxima. Admito que me encanta el
cochecito, pero también soy consciente de los peligros.
Apagué
el motor y traté de averiguar de dónde había venido ese sonido. Me tumbé en el
suelo... ¡y lo vi! Un pedazo de tela, una especie de venda, se estaba
enroscando en las cuchillas.
Debía
de estar oculto en la hierba y, al pasar la cortacésped, se había enganchado.
¡No sabes la de gracias que di al Señor por haberme dado cuenta tan pronto! Si
no, a fuerza de dar vueltas, ¡habría atascado el eje de las cuchillas!
Esto
me hizo orar mucho. La clave de la solución fue precisamente que frené muy
rápido. Pero esto, que me salió automático con el cochecito, no me resulta tan
sencillo en otros aspectos de la vida. A veces algo no anda bien, pero me digo
“No es nada, no tiene importancia...”, y sigo sin parar, ¡hasta que se hace un
nudo importante!
El
Señor me hizo ver que ha puesto en nuestro corazón una pequeña alarma, como ese
sutil ruidito que me alertó a mí: es la paz en nuestro interior. En cuanto algo
comienza a torcerse, empiezas poco a poco a perder la paz, y llega la tristeza,
o la angustia, o las prisas...
Claro
que, al principio, es un aviso muy suave, como suaves fueron los golpecitos de
la tela en las hélices. La cuestión es que, en el cochecito, siempre estoy muy
atenta a cualquier cosa extraña... Del mismo modo, la voz de nuestro interior
es suave, pero basta poner atención, ¡y se escucha!
Hoy
el reto del amor es pedirle al Señor frenar a tiempo. Te invito a que hoy estés
pendiente de la paz que Cristo pone en tu corazón. Y, en cuanto notes que
empiezas a perderla, cuando te sientas nervioso o intranquilo, ¡no sigas
tirando! Antes de que se haga un nudo, detén un instante tu agenda y dedica
unos segundos a levantar tus ojos a Cristo para ver qué ha sucedido, ¡y poder
arreglarlo a tiempo! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma