La
hermana Thea Bowman era nieta de una esclava, defensora de la justicia racial y
la primera mujer afroamericana en dirigirse a la conferencia de obispos de los
Estados Unidos. Hace dos años se abrió su causa de canonización
La hermana Thea Bowman |
La
religiosa Charlene Smith, miembro de las Hermanas Franciscanas de la Adoración
Perpetua (FSPA), amiga de Bowman durante 35 años y coautora en el 2012 de su
biografía titulada “Thea's Song: The Life of Thea Bowman” (La Canción de Tea:
La Vida de Thea Bowman), relató a CNA, agencia en inglés del Grupo ACI, sobre
el impacto de la religiosa en la vida de muchos de los que la rodearon.
“Era
una maestra y oradora sobresaliente. Y tenía una voz como una estrella de ópera
y podía cantar muy bien, y a la gente le encantaba estar con ella. A menudo
digo que ella se parecía mucho a Jesús. A la gente le encanta estar cerca de
ella, y yo fui una de esas personas que tuvo la suerte de estar cerca de ella”,
dijo la hermana Smith.
A
los 51 años, Thea Bowman se convirtió en la primera mujer afroamericana en
dirigirse a la conferencia de obispos de Estados Unidos. En silla de ruedas y
luchando contra el cáncer, pronunció un discurso memorable sobre la raza y el
catolicismo e invitó a los prelados a unirse a ella para cantar y balancearse
al ritmo del “espiritual negro”, un tipo de canto cristiano estadounidense.
Esa
chispa era parte de la personalidad carismática de Bowman que la acompañó
cuando viajaba, enseñaba y daba conferencias por todo el país, dijo la hermana
Smith.
La
religiosa nació en 1937 en Bertha Bowman en la ciudad de Yazoo, Mississippi, y
fue hija de un abogado y de una profesora, quienes la criaron como protestante.
No obstante, a los nueve años Thea decidió convertirse al catolicismo.
Luego de visitar una variedad de
denominaciones cristianas, Thea se sintió conmovida por la amabilidad y la
generosidad de las hermanas franciscanas de la FSPA, a cuya escuela asistió
posteriormente.
Cuando
cumplió 15 años, se mudó a Wisconsin e ingresó al noviciado de la orden de la
FSPA. Aunque sus padres trataron de persuadir a su hija para que entrara en una
comunidad afroamericana, Thea estaba decidida a ingresar a la orden de la FSPA,
cuya calidez y amor la habían llevado a la fe católica seis años antes.
En
ese momento, ella era la primera y única hermana negra de la comunidad en La
Crosse, Wisconsin, dijo Smith, y señaló que incluso en el convento, Bowman se
encontró con algunos casos de racismo.
“Nunca
vi ningún ejemplo de racismo contra la hermana Thea cuando estaba en nuestra
comunidad. Pero hay hermanas de otras comunidades, hermanas afroamericanas, a
quienes Thea al parecer mencionó que de vez en cuando, algunas de nuestras
hermanas mayores, que nunca habían estado cerca de alguien que fuera
afroamericano, no siempre eran positivas acerca de la hermana Thea”, dijo.
Cuando
comenzó a enseñar en una escuela primaria católica en La Crosse, Thea les
enseñó a los niños sobre la diversidad racial y la importancia del amor. “Ella
enseñó a los niños a usar su mano. Y los cinco dedos eran los cinco colores
diferentes de piel, negro y marrón y amarillo y rojo y blanco”, dijo Smith.
“Y
ella sabía que no todos éramos un crisol. Nunca estuvo muy interesada en esa
metáfora en particular. Ella estaba mucho más interesada en decir que somos más
como una ensalada. Entonces, cuando eres una ensalada, no pierdes tus
características, sigues siendo individuo. Y el punto es amarnos los unos a los
otros. Y eso fue lo que ella hizo”, añadió.
A
medida que el movimiento de derechos civiles creció en los años siguientes,
Thea trabajó para promover la justicia racial. Por ejemplo, ayudó a establecer
la Conferencia Nacional de Hermanas Negras y abogó por una mayor representación
de los estadounidenses de origen africano en el liderazgo de la Iglesia.
Asimismo, pidió más encuentros entre católicos blancos y no blancos y que se
reciba música de diferentes orígenes culturales.
La
hermana Thea se convirtió en una destacada oradora pública y viajó por todo el
país, donde habló sobre raza y fe católica, e incluso después de ser
diagnosticada con cáncer de seno en 1984, continuó viajando, enseñando y
realizó una entrevista a 60 Minutes, programa televisivo estadounidense de la
productora “Columbia Broadcasting System” (CBS).
En
1989, la religiosa pronunció un discurso en la reunión de primavera de la
Conferencia de Obispos de Estados Unidos, que posteriormente se volvió famoso.
Smith dijo que en su discurso Thea señaló:
“¿Qué significa ser negro y católico? Significa que llevo lo que soy, mi ser
negro. Llevo toda mi historia, mis tradiciones, mi experiencia, mi cultura, mi
canción y danza afroamericana y mis gestos y movimientos, y la educación, la
predicación, la curación y la responsabilidad como un regalo para la Iglesia”.
La hermana Thea tuvo un profundo impacto en
los obispos y en muchas otras personas que escucharon sus palabras. “Cuando
terminó ese discurso, la sacaron del podio y la llevaron a un pasillo. Y uno
por uno, los obispos se acercaron a ella y se arrodillaron ante ella, en su
silla de ruedas, y le pidieron su bendición. Eso es lo que pensaban de ella”,
dijo Smith.
Thea Bowman falleció el 30 de marzo de
1990. En el 2018, la Diócesis de Jackson abrió su causa de canonización.
Después de su muerte, el impacto de la religiosa continúa con escuelas que
llevan su nombre, eventos y memoriales creados y celebrados en su honor y al
menos 40 libros que mencionan su historia e influencia, señaló la hermana
Smith.
Probablemente, la hermana Thea hallaría
esperanza en las recientes protestas exigiendo igualdad racial y justicia a
raíz de la muerte de George Floyd. “Este es un tiempo en el que la gente de
Estados Unidos está aprendiendo mucho más sobre nuestra historia, cómo fuimos
deplorables para los nativos americanos y cómo fuimos deplorables para los
americanos de origen afroamericano. Así que, estamos aprendiendo historia”,
dijo.
“Thea sabía todo eso y dejó saber que lo
sabía. Estoy segura de que está viendo lo que está sucediendo en los Estados
Unidos. Y creo que está animando a los afroamericanos y a todas las personas
que han sido sometidas al dolor e injusticia”, dijo Smith. “Estaba muy
preocupada de que las personas fueran tratadas justamente, tratadas como hijos
de Dios. Entonces ella estaría feliz con lo que está sucediendo”, concluyó la
religiosa.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez.
Publicado originalmente en CNA.
Fuente: ACI