La familia de
Sole Auñón come gracias a Cáritas y a un cáterin de aerolíneas
Foto: Sole Auñón |
Sole Auñón es de Cuenca, tiene 32 años, dos niños «que son mi motor», y
un marido que se ha echado a la espalda todo el peso de la casa, porque ella
está aislada al tener síntomas de coronavirus.
Su confinamiento en la habitación más pequeña del hogar, en Santa María
de la Alameda (Madrid), ha complicado un poco más el día a día de esta familia
a la que el COVID-19 está poniendo contra las cuerdas.
Su marido es uno de los miles de afectados por los ERTE que ha dejado a
su paso esta emergencia sanitaria. Su sueldo era el único que entraba en casa
y, este mes, calculan que ingresarán 300 euros.
Cada día su familia come gracias a una iniciativa solidaria de la empresa
ALD Automotive y Gategroup (cáterin de aerolíneas), que ha donado a Cáritas
Diocesana de Madrid 70.000 menús para familias como la de Sole
¿En qué momento de esta
crisis recurriste a Cáritas?
A mediados del mes de
marzo, a mi marido le comunicaron que le incluían en un ERTE. Él es conductor
de VTC y normalmente vivimos de su sueldo, por lo que las dificultades
empezaron pronto. Al poco tiempo del comienzo del Estado de alarma no teníamos
para comer más que arroz, pasta y lo que algunos amigos nos iban dando: un
pollo un día, huevos otro. Pero no era suficiente. Fui a Cáritas porque lo
conocía de momentos puntuales en los que habíamos tenido alguna necesidad y me
habían ayudado.
¿De qué manera os está
ayudando Cáritas?
Ayer cenamos pollo con
salsa barbacoa, con guarnición de maíz y guisantes. Eso sería imposible en
nuestra situación. Gracias a Cáritas Diocesana de Madrid tenemos cada día para
comer cuatro menús en la comida y otros cuatro en la cena. Todos los días vamos
a recoger la comida en unos táperes que distribuyen voluntarios de Cáritas. Es
un menú variado y muy rico que hasta ahora recogía yo, pero desde que tengo los
síntomas del coronavirus y el médico me ha aislado en casa, es mi marido quien
va a por ellos.
¿Cómo afrontaréis el mes de
mayo?
Contamos con 300 euros de
la empresa de mi marido y, si el Gobierno comienza con los ingresos del ERTE,
podremos estar un poco mejor. Pero somos cuatro en la familia y va a ser muy
difícil llegar a fin de mes. Vinimos hace dos años a vivir a Santa María de la
Alameda, cuando yo perdí mi trabajo, porque aquí la vivienda y todo es más
barato. Podíamos vivir con menos recursos que en Getafe, donde teníamos la
residencia antes. Pensamos irnos a Cuenca o Toledo, pero los niños tienen
algunos problemas de salud y la sanidad madrileña nos daba buenas soluciones.
Ahora llevamos dos meses sin pagar la casa; el dueño nos ha dicho que nos
comprende, pero tenemos que pagarle cuanto antes.
¿Qué haréis si nada cambia?
Soy una persona optimista.
Me digo a diario que este virus no va a poder conmigo. Tengo dos niños que son
mi motivación y un marido que es un ejemplo. Tengo, además, una ilusión muy
grande: que el cuento que he escrito llegue a mucha gente y pueda escribir más.
Es un cuento para niños en el que resuelvo las dudas que el coronavirus ha
generado en los más pequeños, con las preguntas y respuestas que he dado a mis
niños (de 11 y 5 años) cuando me han hecho preguntas sobre la situación que
estamos viviendo. Se llama El bichito viajeroy puede leerse de
forma gratuita en internet. También confío en Cáritas.
¿Qué es para ti Cáritas?
Es mucho más que una ayuda
material de alimentos o de leña en invierno. Cuando me veo superada sé que
puedo llamar a Raquel, de Cáritas Diocesana de Madrid, y que ella me escucha.
Solo tengo palabras de agradecimiento. Yo he intentado devolver algo de lo que
me dan ofreciéndome como voluntaria, y por eso este curso soy catequista para
la parroquia de Santa María de la Alameda. Es lo que me pidió el cura y estoy
encantada de hacerlo.
Marta Palacio Valdenebro
Comunicación de Cáritas Diocesana de Madrid
Comunicación de Cáritas Diocesana de Madrid
Fuente: Alfa y Omega