LUIS ARGÜELLO Y VICTORIA CAMPS DEBATEN SOBRE EL MUNDO POSPANDEMIA: «NO ES VERDAD QUE EL SER HUMANO PUEDA DOMINARLO TODO»

La Fundación Pablo VI organiza un debate virtual entre el obispo y la filósofa, que ha abordado cuestiones que la crisis del COVID-19 ha puesto de manifiesto: la vulnerabilidad humana, la necesaria interdependencia, la economía, el papel de la tecnología o el liderazgo

Foto: Fundación Pablo VI
El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, y la filósofa y consejera permanente de Estado, Victoria Camps, han mantenido este martes un debate virtual organizado por la Fundación Pablo VI sobre el mundo pos COVID-19 con el título Nuevos tiempos, ¿nuevas personas?.

Un evento en el que se ha reflexionado sobre cuestiones como la limitación humana y la necesidad de interdependencia, la nueva realidad a la que nos tenemos que enfrentar por la pandemia, el papel de la tecnología o el liderazgo. 

Introducido por el director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, y dirigido por el periodista Fernando de Haro, el debate abordó en un primer momento los desafíos que está planteando esta situación. Para Victoria Camps ha sido un reto tanto para la razón como para el sentimiento, donde los seres humanos han sentido «temor, miedo, incertidumbre, imprevisión...» y ha descubierto que es vulnerable.

«En la Filosofía hay, desde la modernidad hasta nuestros días, una concepción del ser humano como un ser autónomo, que toma decisiones y tiene que lograr una cierta autosuficiencia. En estos momentos, para hacer frente al peligro y para protegernos a nosotros mismos no basta el sentimiento egoísta, hace falta el altruista», añadió Camps. Y por eso cree que en estos momentos la relación de interdependencia es muy importante y destaca, en concreto, los cuidados como valor emergente en la ética y como tarea esencial.

Luis Argüello prefiere hablar de «realidad novedosa» frente a la «nueva normalidad» de la que tanto se habla, y en la que han irrumpido aspectos que «nos hacen caer en la cuenta de nuestra vulnerabilidad». En este sentido, afirmó que esta situación puede ayudar a «redescubrirnos como personas en relación» y a valorar la interdependencia como un bien, no como algo que disminuye la libertad.

En la conversación surgieron también temas como la enfermedad, la fragilidad o la muerte que, según Luis Argüello, ya estaban presentes en nuestra sociedad, aunque de otra manera. Por ejemplo, a través del debate del transhumanismo. De hecho, añadió que la pandemia ha sido «un despertador» para volver a estas cuestiones.

Camps ahondó en la cuestión de la muerte, que «estaba como escondida en la sociedad». «Las sociedades más contemporáneas tienen a no enfrentarse a la muerte. Incluso las filosofías más recientes no hablan de ella, no la consideran como un problema sobre el que reflexionar». Así, agregó que la crisis del coronavirus es «una cierta venganza de la naturaleza», que recuerda al hombre su finitud, una ruptura con el homo deusy el transhumanismo: «No es verdad que le hombre pueda llegar a dominarlo todo». «Esta incertidumbre –continúa– nos da más conciencia de la contingencia y la finitud. No somos omniscientes y no lo podemos todo».

Para la filósofa, las prioridades han cambiado mucho, pues todos nos hemos hecho «más austeros». Señaló, en este sentido, que esta situación pone de manifiesto que «los deseos no coinciden con lo que es esencial» y propone que se haga una reflexión sobre esta cuestión. «¿Dónde está lo esencial? ¿dónde está el bienestar?», se preguntó.

En otro orden de cosas, Victoria Camps quiso hacer un elogio de lo público, que en estos momentos se ha «revelado como fundamental», al tiempo que hizo un llamamiento a su refuerzo y lamentó la precariedad. Argüello compartió esta visión, pero matizó que «lo público es el espacio común, no el Estado» y, por tanto, ahí también debe tener cabida la iniciativa social orientada al bien común.

Por último, los interlocutores abordaron cuestiones como el papel de la tecnología, la economía o el liderazgo en estos tiempos tan convulsos. Sobre el primero de los temas, Camps dijo que ha sido una bendición, pues el confinamiento sin esta «hubiera sido horroroso»: «Nos ha aliviado mucho y ha permitido que hubiese relaciones sociales de otra forma».

Argüello tocó el tema económico para señalar que «nuestra propia comprensión del progreso económico merece una revisión». Y añadió: «Al repensar este progreso económico hemos de pensar en la humanidad en su conjunto, en las situaciones dramáticas que viven montones de personas en el planeta y en los empobrecidos. La economía no solo puede ser llevada por expertos, tecnócratas y conocedores de las finanzas, tiene que repensar sus fines desde los que sufren».

Para el portavoz episcopal, es evidente que durante esta pandemia ha habido «una crisis de liderazgo» y recordó que el buen liderazgo es «aquel que convoca. No el que dicta lo que hay que hacer, sino el que convoca para caminar juntos».
«El buen liderazgo –coincidió Camps– es el que incita a la cooperación, que es una de las cosas que  más ha faltado a nivel nacional, europeo e internacional».

Ninguno de los dos tiene claro que todo este tiempo nos vaya a hacer mejores como personas y como sociedad. «Sería muy optimista. Prefiero hablar de una realidad que nos presenta desafíos nuevos y personas en situaciones nuevas», concluyó Argüello.

Fran Otero

Fuente: Alfa y Omega