Flores
silvestres
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Cada
día me impresiona más la creatividad de las sacristanas. Este año, con el
confinamiento, las flores que aparecen en la capilla son de lo más
sorprendentes, pues se las ingenian de mil maneras para que todo hable de que
estamos en Pascua y, desde ayer... ¡que es el mes de María!
Buscan
flores silvestres, las decoran... Me gusta ver estos ramilletes puestos a los
pies de María. Me recuerda a cuando era pequeña, a esos ramos que, a base de
margaritas y alguna flor más, hacía; un ramo en el que ponía todo el corazón,
un ramo que para mí tenía todo el valor, y corriendo se lo llevaba a mi madre,
a alguna persona importante para mí o lo ponía a los pies de María.
Era
todo lo que tenía al alcance y era lo mejor que podía dar para mostrar el
cariño que llevaba dentro. Ahora somos mayores, y parece que lo “perfecto” es
comprar un buen ramo, vistoso, bien puesto... Las florecillas que antes cogíamos
nos parecen pobres; es como si en el Amor la razón hubiese ganado al corazón.
Podemos
tener la certeza de que el corazón de Jesús, durante todo el tiempo que pasó
oculto en Nazaret y después, encontró en el corazón de su Madre todo lo que
necesitaba. En la Cruz nos entregó a su Madre para que sea nuestra también,
para que en Su corazón encontremos descanso, para que como Madre nos abrace,
nos sostenga, nos cuide, calme nuestros miedos y nuestro corazón como seguro
hizo después con los discípulos.
Hoy
el reto del amor es que vivas el mes de mayo con corazón de niño. Imprime una
imagen de María o pon una que ya tengas en un sitio por el que pases de casa;
ten un detalle con ella cada día desde un corazón de hijo: ponle una planta,
una flor, un papel escrito con alguna intención, dile un piropo... Si sales de
casa, mete un rosario en tu bolsillo que te recuerde que tienes una Madre que
vela por ti.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma