Una
culebra
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
unos días la Priora solicitó permiso para que pudiéramos trabajar nuestra
huerta. Cómo ha llovido tanto, y después con el sol, las hierbas estaban a una
altura... Era completamente infranqueable.
Como
estaba tan alta, no podíamos pasar directamente el cortacésped, sino que
teníamos que ir antes con un “pelo” (o desbrozadora) para que fuera tumbando
los cardos y las plantas más altas hasta conseguir que “el cochecito” se
pudiera meter por ahí.
Hacíamos
turnos para lograrlo entre todas y, cuando me tocó a mí, me puse la máscara
anti-golpes en la cara, me cargué la máquina con el arnés, y comencé a
sumergirme en la “selva” o bosque salvaje que tenía por delante.
De
pronto me acordé de que, hacía unos días, dos hermanas dijeron haber visto una
culebra en la huerta, cosa que no suele suceder, pero a veces las mismas
cigüeñas las dejan caer...
Mis
miedos empezaron a apretarme, porque, claro, ahí sí que corría peligro, pues,
si el reptil tenía que esconderse en algún sitio, esa zona era perfecta...
Soy
una persona miedosa, porque mi miente en seguida ve los posibles peligros...
Pero,
al instante, el Señor me regaló acordarme de tantos médicos, enfermeros y otras
personas que cada día se sumergen en una zona mucho más peligrosa, y con la
certeza de que ese bicho sí que anda por ahí. Esa imagen que el Señor me trajo
al corazón me quitó por completo el miedo. Era el Señor que me decía: “En el
miedo, Yo soy la fortaleza”.
Ellos
también son personas, seguramente por vocación muchos no tiendan a ser
miedosos; sin embargo, el miedo es connatural al hombre, y también habrán
tenido que enfrentarse al gran interrogante: ¿y si me pasa algo?
Ellos
no se han dejado paralizar por el miedo, sino que, más bien, han dado el salto
de confianza para hacer su labor.
Y
es que esto mismo es lo que Cristo ha hecho por nosotros: ha muerto y ha
resucitado, dándonos más importancia a cada uno de nosotros y a nuestra
salvación que a su propia vida.
Hoy
queremos presentar a todos ellos de una forma muy especial al Señor, al Dios de
la Vida, que conoce y ama a cada persona, y que los ve a ellos. ¡Que el Señor
os bendiga!
Hoy
el reto del amor es orar por todas las personas que están cuidando de nosotros,
que han dado más importancia a sus enfermos que a su propia vida.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma