Una esperanzadora respuesta a la pandemia de
coronavirus recorre el mundo
Moisés Becerra | Cathopic CC0 |
Los obispos de los Estados Unidos y los de Canadá
han renovado este viernes la consagración de
las dos naciones a María, uniéndose a una acción
similar de la
conferencia de obispos de Latinoamérica y el Caribe (CELAM), que consagró sus
naciones a la Virgen de Guadalupe el pasado Domingo de Pascua.
También este 1 de
mayo, a las 21 horas, los obispos de Italia, respondiendo a peticiones de
centenares de personas, consagraron su país a la Virgen
María en la Basílica de Santa María del Fonte en Caravaggio, en
la provincia de Bérgamo (la más afectada por el Covid-19) donde la Virgen María
se apareció el 26 de mayo de 1432 al joven conde Giannetta de’ Vacchi.
“Queremos que nos
proteja la Madre de Dios de la pandemia, no más muertes, enfermos y estragos
económicos”. Es también una manera especial de empezar
el mes de mayo, dedicado tradicionalmente a la Virgen María.
Unos
días antes, el pasado 10 de marzo, el Papa había confiado la ciudad de Roma,
Italia y el mundo a la protección de la Madre de Dios, como signo de salvación
y esperanza.
Francisco
también había dirigido una especial oración a la Virgen María para encomendar
Italia y el mundo a la Virgen el pasado 11 de marzo, día en que la Organización
Mundial de la Salud calificó como pandemia la situación causada por el
coronavirus.
En
los momentos más difíciles, en los momentos más dramáticos, los hijos vuelven a
la madre. “No deseches las oraciones que te
dirigimos, en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh
Virgen gloriosa y bendita!”, rezó Francisco ante la imagen de la Virgen del
Divino Amor con el niño en brazos.
“Un acto de consagración tiene
el significado de ser un recordatorio para los fieles del testimonio del
Evangelio de la Santísima Madre y la petición de su intercesión efectiva ante
su Hijo en nombre de los necesitados”, explican los obispos estadounidenses.
Grandes países y pequeñas ciudades para María
También en muchos otros
lugares, grandes y pequeños las personas consagran sus pueblos a la Virgen.
Como en La Seu d’Urgell, en un valle cercano a la frontera entre España y
Andorra, donde se ha decidido consagrar la ciudad
a su patrona, santa María d’Urgell, este sábado 2 de mayo a las ocho
de la tarde.
Mirando el escudo de
la ciudad, que tiene en el centro a la Virgen con el Niño, podría pensarse que
sus ciudadanos -en torno a los doce mil- en seguida pensaron en esta cristiana
respuesta al sentir su impotencia ante el coronavirus.
Es
cierto que la talla de la Virgen con el Niño, del siglo XIII, ocupa un lugar
central en la espectacular catedral íntegramente románica de La Seu d’Urgell,
que da nombre a esta ciudad catalana.
Sin
embargo, todos estos elementos cristianos, de gran relevancia histórica, tienen
hoy poca repercusión en la vida cotidiana de la mayoría de urgelenses.
Pero quizás
la Covid-19 ha ayudado a remover cimientos y recuperar una fe dormida. El hecho
es no son pocos los que han vuelto a creer que santa María d’Urgell podría
ayudar a la ciudad, como lo hizo en otros momentos -difíciles o
felices- de su historia.
El
Movimiento de Schoenstatt ha impulsado la consagración de la ciudad a su
patrona, como acontecimiento central de sus segundas misiones familiares en
esta ciudad. Y muchos ciudadanos e instituciones se han encendido con esta
llama de esperanza.
“Al
consagrar nuestro corazón, nuestra ciudad a María, estamos expresando que
queremos abrirle nuestro corazón, que queremos regalarle nuestra ciudad, para
que Ella pueda poner a Jesús en todos sus ámbitos y rincones”, explican los
impulsores.
“La
consagración es un acto de confianza, de amor, que cada uno podemos hacer sólo
desde nuestra libertad -añaden-. Dios también, por medio de María irrumpe con
su gracia, actúa en ese corazón, en ese pueblo como posesión suya. ¿Puede haber
entonces una bendición mayor para una persona, para un pueblo, que consagrarse
a María?”.
Patricia Navas
Fuente: Aleteia