No es una casualidad...
Pero muy pocos se preguntan lo que monseñor Charles Pope pregunta en su artículo del portal Community in Mission. En efecto: ¿cuál fue la razón de que muriera en sus treinta años y no con más edad, lo cual le habría dado más tiempo para enseñar y consolidar la doctrina de su Iglesia?
Pope
recuerda la triple respuesta de santo Tomás de Aquino: Jesús murió a esa edad para
mostrar su amor por nosotros en la edad perfecta de la vida; porque estaba
completamente sano y porque al resucitar tan joven nos enseña la condición
futura de los que resucitarán en el día final.
Desde
luego, dice Pope, no es una casualidad que Cristo haya muerto, justamente, a la
edad en que murió. “Dios no hace nada arbitrariamente” y los detalles
del Evangelio –por ejemplo, la hora de la muerte de Jesús— nos enseñan mucho
más que las especulaciones.
Un modelo a imitar
Además,
está el tema de la perfección (Cristo era perfectamente Dios y perfectamente
hombre). La perfección puede dañarse por exceso o por defecto.
“Consideremos -dice Pope- el caso de la edad: una persona joven puede carecer
de madurez física o espiritual, mientras que a una persona mayor, el tiempo le
cobra su peaje y la mente se hace menos nítida”.
Por
lo demás, en el tiempo en que vivió santo Tomás de Aquino (en el siglo XIII D.
C.), los treinta años eran considerados como la época de la perfección humana.
“Esto es sin duda aún así, a pesar de que parece que toma mucho más tiempo para
alcanzar la madurez intelectual y emocional en estos días”, subraya Pope.
Santo
Tomás señala que debido a que Jesús murió mientras que estaba en el mejor
momento de su vida, es muestra de que su sacrificio fue mayor.
Su aparente falta de cualquier enfermedad o imperfecciones físicas también
aumentó su sacrificio.
“Este
es un modelo para nosotros”, dice, finalmente Pope en su artículo, “porque
hemos de dar lo mejor de lo que tenemos a Dios en sacrificio”, tal y como lo
enseñó Jesús en la perfección de su propia vida.
“Y
por lo tanto lo que podría parecer a algunos como un detalle sin complicaciones
(la edad de Jesús), en realidad ofrece enseñanzas importantes para el alma
sensible. Cristo dio todo, dio lo mejor y lo hizo cuando estaba en la flor de
su vida. También nosotros estamos llamados a una perfección cada vez mayor”,
termina diciendo el sacerdote estadounidense quien sirve en la arquidiócesis de
Washington.
Jaime Septién
Fuente:
Aleteia