El impactante testimonio de Sara, enfermera
del Hospital de Igualada, una de las ciudades españolas más afectadas por el
coronavirus
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Instagram | @sarins1 |
Soy Sara Palmés, tengo 26 años y
trabajo como enfermera en la UCI del Hospital de Igualada. Vivo con mi marido
en Igualada y los dos nos contagiamos del Covid-19.
Fue
cuando empezaron a llegar casos graves al hospital y confinaron la ciudad de
Igualada. Trabajé muchos días seguidos.
Todavía
no estábamos preparados para todo lo que tenía que llegar. Cada hora que pasaba
cambiábamos los protocolos; y fuimos construyendo lo que ahora es el Hospital
de Igualada en aquel caos inicial.
Entonces, el día 16 de marzo,
empecé a tener síntomas (gracias a Dios, leves). Me hicieron la prueba y salió
positiva. Estuve en casa confinada dos semanas hasta que los síntomas
remitieron y me repitieron el test, que entonces salió negativo.
Ahora
estoy trabajando en la UCI desde el 1 de abril. El hospital ha cambiado
totalmente. Nos hemos reorganizado y hemos tenido que adaptarnos a una
situación que nunca habríamos pensado.
En
mi día a día de enfermera trato con muchas personas y con sus familias. En la
UCI, unos se recuperan pero otros no. Me gusta acompañarlos en estos momentos
tan duros que viven.
Con unos celebro la vida y doy gracias a Dios. Con otros acompaño en el
sentimiento y rezo a Dios por las almas de los que nos dejan.
La
diferencia con el Covid-19 es que no puedo hacer este seguimiento con las
familias. Cuando hay un paciente grave en la UCI normalmente no puedes hablar
con él, ya que está intubado y conectado a un ventilador mecánico.
Es
la familia la que me explica las cosas que ha hecho esa persona en su vida, lo
que le gusta, a quién ama, etcétera. Y también es con ellos con los que que
vivo el duelo de la pérdida y a los que intento acompañar.
Ahora
cuido pacientes de los que no conozco su historia. No sé de dónde vienen, ni
quiénes son. Pero entonces imagino que todos son Jesús, y los cuido como si el
mismo Jesús estuviera conectado a un respirador.
Ya
intentaba hacerlo antes de la Covid, pero ahora, estos días, lo vivo con más
intensidad. No soy perfecta, intento ser mejor cada día, pero por Jesús lo
daría todo, y eso es lo que intento hacer cada día en el trabajo.
Otra
cosa que me ha ayudado mucho a profundizar en la fe estos días es la
comunidad parroquial que hemos creado en la distancia.
Mn.
Xavier Bisbat hizo una lista de difusión por Whatsapp de la parroquia de la
Sagrada Familia de Igualada. Cada mañana nos envía noticias de otros
feligreses, información de distinto tipo, las intenciones por las que ofrece la
misa y links por los que hemos podido seguir los oficios y celebraciones todos
estos días.
Me
sorprende mucho cómo antes de esta crisis íbamos a la parroquia a la misa
dominical y ni siquiera saludábamos a los que se sentaban cerca nuestro. No
sabíamos quiénes eran, en qué trabajaban, si son felices, que les angustia,…
Ahora,
a través del grupo de difusión, nos estamos dando cuenta de la realidad que hay
dentro de nuestra parroquia; una realidad que antes, cuando nos veíamos cara a
cara, desconocíamos.
Ahora
rezamos los unos por los otros y estamos haciendo una comunidad cristiana en la
distancia. Estamos construyendo la Iglesia en cada hogar y creo que esto es
precioso.
Rezo
para que cuando acabe la pandemia esta comunidad siga en nuestra parroquia y
que cuando nos veamos cara a cara podamos conocernos, hablar y rezar entre
hermanos.
Envío
un mensaje de ánimos, esperanza y fe a todos los lectores. Desde vuestros
hogares, desde vuestro trabajo, desde el hospital, estéis donde estéis…
El
buen Jesús está con nosotros, ¡no nos abandona! Sepamos recibirlo en nuestro
corazón sin miedo, ofrecerle el sufrimiento ¡y celebrar con fe y esperanza su
resurrección! ¡Él está vivo, Aleluya!
Fuente: Aleteia