La condición conyugal
lleva a los maridos -que siguen siendo mortales y pecadores como todos los
demás- hacia estilos de vida más saludables y respetuosos de su dignidad
Cuando
finalmente reabran las iglesias, los hombres harían bien en casarse; no tanto y
no sólo para hacer felices a sus novias, sino por su propia salud.
Quien
lo aconseja, sin tapujos, no es un moralista anticuado, sino un artículo que
apareció el domingo en PsyPost, un portal de Internet especializado en
psicología y neurociencia, a propósito de una reciente investigación publicada
en Psychological Medicine, una revista revisada por pares publicada por
Cambridge University Press; en resumen, no es una encuesta publicada en algún
boletín parroquial.
¿Y
qué dice este estudio? Lo que se acaba de decir, que hay un fuerte vínculo
entre el matrimonio y la salud masculina. Más precisamente, esta investigación
-replica también en crónica sobre el tema la Nuova Bussola Quotidiana- ha
puesto de relieve una relación que no puede dejar de hacernos reflexionar: la
que existe entre el consumo, en los hombres, de sustancias nocivas para la
salud -alcohol, tabaco, cannabis- y el matrimonio.
Resultado
que se asocia precisamente a una ingesta más contenida de las mismas. Por
supuesto, ante esta constatación, algunos escépticos pensarán ya en la objeción
de que no es el matrimonio lo que desalienta el uso de sustancias, sino que son
los hombres que se casan más los que las usan menos, simplemente.
Pero
lo bueno de esta investigación es que mira más allá de esa posibilidad. De
hecho, los tres autores de la obra - Jessica E. Salvatore, Charles O. Gardner y
Kenneth S. Kendler- han realizado una investigación con la que han supervisado,
por un lado, a 1.790 hombres con hermanos gemelos (una opción útil para
mantener más controladas las influencias familiares o individuales) y, por otro
lado, han examinado los datos de éstos durante un período de tiempo prolongado,
lo que ha permitido realizar una exploración longitudinal de la conducta de los
sujetos de la muestra. Al final de este trabajo, surgieron al menos dos datos
relevantes.
Lo
primero se refiere a una reducción significativa del consumo masculino de
sustancias nocivas para la salud que se encuentra justo antes del matrimonio y
en los años inmediatamente posteriores a la boda; por lo tanto -volviendo a la
posible objeción que se acaba de mencionar- se puede decir con certeza que sí,
es precisamente la promesa de amor eterno firmada con la novia la que guía al
hombre hacia un mejor estado de salud. Pero eso no es todo.
El
estudio publicado en Psychological Medicine, titulado "Marriage and
Reductions in Men's Alcohol, Tobacco, and Cannabis Use" (Matrimonio y
reducción del consumo de alcohol, tabaco y cannabis por parte de los hombres),
también puso de relieve un segundo hecho digno de mención, a saber, que el
consumo de alcohol, tabaco y cannabis en los hombres que viven con su pareja se
acerca más a los niveles de los solteros que en los hombres casados. En otras
palabras, no es la cohabitación o el "amarse" genérico sino el
matrimonio mismo el factor protector de la salud individual de los hombres.
Por
supuesto, para evitar otra objeción obvia, no es que el matrimonio aleje
automáticamente a un hombre de todo pensamiento autodestructivo o lo haga
automáticamente santo y fiel: si fuera así. Lo que la investigación en cuestión
nos está diciendo es otra cosa, y es que, al menos en la mayoría de los casos,
la condición conyugal lleva a los maridos -que siguen siendo mortales y
pecadores como todos los demás- hacia estilos de vida más saludables y
respetuosos de su dignidad. Esta es una respuesta con implicaciones tanto
educativas como sociales.
Las
implicaciones educativas consisten en que, si un marido hace menos uso de
ciertas sustancias, significa que, cuando se convierta en padre, será
inevitablemente un educador más virtuoso hacia sus hijos, que entonces se verán
influidos por un modelo positivo; el bien llama al bien. Las no menos tangibles
implicaciones sociales de la atención a la salud masculina atribuibles al
matrimonio, por otra parte, se refieren a los menores costos de la atención de
la salud causados por hombres sanos y, sobre todo, lejos del vórtice de las
adicciones.
Aquí,
en resumen, se confirma al querido y antiguo matrimonio - sobre la base, de las
más fiables y recientes novedades científicas - como una institución
fundamental de la sociedad, simplemente fundamental para sostenerla en los
planos sanitario, económico y educativo. Una institución que, lejos de ser un
asunto privado o un pacto entre "personas que se aman", representa un
pilar indispensable de la civilización.
Fuente: Potrtaluz