IRENE KYAMUMMI, DOCTORA CON LOS NIÑOS POBRES, PREMIO HARAMBEE: «EDUCAR A UNA NIÑA ES EDUCAR UN PAÍS»

La doctora Kyamummi recibe el Premio Harambee por su tarea de promoción de la mujer africana a través de la educación para la salud familiar e infantil

La doctora en medicina Irene Kyamummi tiene 36 años y lleva ya una década liderando la lucha por reducir la mortalidad infantil en África, primero en el Kimlea Medical Center de Limuru, en Kenia, y más tarde en su país, Uganda.

Su trabajo en Child Health Project (CHEP) ha beneficiado a más de 5.000 niños, en una zona donde mueren 150 de cada mil bebés menores de un año debido a las pésimas condiciones de higiene y nutrición. Su labor ha sido reconocida ahora con el XI Premio Harambee 2020 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana. 

- ¿Cómo empezó todo?

- Siempre quise ser médico, desde niña. Quería ayudar a los enfermos, y me atraía la bata blanca de los médicos. Al terminar la carrera colaboré en la puesta en marcha de varios dispensarios móviles en las zonas más desfavorecidas de Kampala, en Uganda, mi país. En 2008 comencé a trabajar en el Mulago Hospital, el hospital público más grande del país, con 1.500 camas y entre 80 y 100 nacimientos al día. La Fundación KIANDA me propuso entonces ir a Kenia para dirigir el proyecto Child Health Project (CHEP). 

- Marchar a Kenia le obligó a dejar un trabajo ya consolidado en un hospital de referencia y con bastante prestigio. ¿Por qué lo hizo?

- Me atraía mucho la posibilidad de poner al servicio de niñas y niños de zonas rurales lo que yo sabía. Kenia no me acercaba al premio Nobel, pero me acercaba a niños que necesitaban un médico. 

- ¿Qué fue lo que encontró allí?

- Traté a niños que enferman y no saben que enferman, familias que no saben cuándo hay que acudir al médico. Algunos padecían malnutrición, o enfermedades que se pueden curar fácilmente en una clínica. El proyecto CHEP nació en los asentamientos de Nairobi, donde la mortalidad infantil alcanza a 150 de cada mil niños nacidos menores de un año. Mucha gente desconoce las precauciones higiénicas básicas y carece de asistencia sanitaria. La falta de agua dificulta la salubridad de los hogares. La supervivencia se mide en litros de agua. En muy poco tiempo, me metí en el proyecto y quería llegar a más y más niños.

- Y tras varios años trabajando en Kenia decidió llevar el mismo proyecto a su país… ¿Qué motivos le impulsaron a ello?

- El motivo principal es que siento la necesidad urgente de acercar la sanidad a la población, para dar a las familias una cultura de la sanidad. Falta mucha formación, y las familias apenas prestan atención a la asistencia médica. El coste de los servicios sanitarios está fuera del alcance de la mayoría. A muchos niños los llevan al médico cuando ya es demasiado tarde. No podemos cruzarnos de brazos ni confiar solo en la ayuda exterior. Nosotros somos los primeros responsables de nuestro país.

- Sin embargo, muchos profesionales de la Medicina se marchan fuera para desarrollar su carrera…

- Sí, sin duda tenemos un problema con la fuga de talentos. Un tercio de mis colegas ya no está en mi país, y entre los que nos quedamos nos falta articular ideas muchas veces por falta de medios.  Por eso yo estoy agradecida al donativo de Harambee, que nos permitirá tratar a muchas familias y a miles de niños.

- ¿Qué supone poner en marcha el proyecto CHEP en Uganda?

-  En mi país el reto es enorme: más de la mitad de la población de Uganda son niños, un total de 23 millones. A la vez, 3 de cada 10 niños menores de 5 años sufren desnutrición. Y dos millones de niños tienen retrasos en el crecimiento. Mi deseo es que puedan vivir sanos y tengan la oportunidad de continuar una cadena de servicio ciudadano. CHEP facilita dos o tres chequeos anuales para desparasitar a los niños y combatir la malnutrición. Además se proporcionan conocimientos a los niños en las escuelas, y a través de ellos a las familias.

- ¿Cuáles son las necesidades inmediatas para que arranque el proyecto?

- En Kampala no tenemos aún dispensario, así que comenzaremos en los espacios que nos faciliten las escuelas. Pero con la ayuda de Harambee esperamos tener pronto un dispensario que nos permita centralizar el trabajo y facilitar la atención. Necesitamos 25.000 euros para que ese dispensario, ese sueño, esa primera piedra que caerá en el lago, vea la luz y ayude a la salud de tantos niños.  

- Usted está viajando para sensibilizar sobre la realidad del continente africano. ¿Cómo puede colaborar cualquiera de las personas que le escuchen o que lean esta entrevista?

- Una manera de colaborar son las becas que promueve Harambee [desde España]. Con solo 50 euros un niño es atendido médicamente durante 10 años, y con ello se le facilita que pueda completar la educación primaria. El resultado en Kenia es que 5.000 niños se han beneficiado del proyecto durante once años. Eso es lo que queremos hacer en Uganda. Además de los donativos, se puede colaborar con medicinas y aparatos, participando mediante actividades de voluntariado, etcétera. 

- Hablamos de un proyecto sanitario, pero por lo que dice es también un proyecto educativo…

- Muchos profesores nos han dicho que desde que empezó el proyecto CHEP el absentismo ha disminuido y ha mejorado el rendimiento en clase. Tengamos en cuenta que en Uganda el 67 por ciento termina la Enseñanza Primaria y sólo un 2 por ciento completa la Secundaria. Y aunque la escolarización mejora, muchos niños no van a la escuela porque deben trabajar o ayudar en casa. En el mundo hay 61 millones de niños de 6 a 11 años que no van a la escuela: la mitad está en África subsahariana. En CHEP también se atiende a los padres de los niños cuando lo necesitan, y de este modo pueden cuidar mejor de sus hijos. Este es otro efecto multiplicador. Y para los maestros hemos tenido clases sobre primeros auxilios para que puedan atender a los niños en momentos de emergencia. 

- Por tanto trabajan con las familias a todos los niveles…

- Child Health Project no llega directamente a la atención de los recién nacidos, pero a través de la atención a escolares se proporciona a las familias una cultura de la sanidad que es muy importante para esas madres. Por eso me gusta repetir que educar a una niña es educar a un país. África será todo lo que las mujeres africanas queramos y consigamos con nuestro esfuerzo. 

Marta Sánchez Esparza

Fuente: ReL