Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Uffff... Creo que, en todo el mundo, el tema del que más se habla es el coronavirus; aquí, dentro del convento, no mucho, pero también.
Ayer la Priora nos dijo que teníamos que orar más, que la oración es la fuerza para frenar la epidemia, para que los que atienden a los enfermos tengan fuerzas y los enfermos infectados lo vivan con paz. Entonces llegó a mis manos esto que te comparto:
“A la hermana Ana Magdalena, el Señor le hizo saber anticipadamente el daño que causaría una grave epidemia en la ciudad francesa de Marsella en 1720, así como el maravilloso auxilio que los marselleses recibirían con la devoción a su Sagrado Corazón. La Madre Rémuzat hizo, con la ayuda de sus hermanas, millares de Escudos del Sagrado Corazón y los repartió por toda la ciudad, en donde se propagaba la peste. La historia registra que, poco después, la epidemia cesó como por milagro. No contagió a muchos de aquellos que llevaban el Escudo, y las personas contagiadas vivieron la enfermedad con paz y sin miedo”.
Esta
historia me tocó muy fuerte el corazón, y me fui al ordenador a diseñar una
pulsera del Sagrado Corazón para mis hermanas: estoy convencida de que el
detente es un muro contra el mal.
Quiero
que esta pulsera sea una señal de nuestra fe en Jesucristo. Tiene la misión de
recordarnos que nuestra fe es más fuerte que cualquier epidemia, que ahora más
que nunca tenemos que orar a nuestro Dios, que es el Dios de la vida, y pedirle
que nos proteja de todo mal, que cuide de todos los enfermos, de todas las
personas que les atienden, y que nos conceda un corazón orante y servicial para
todo lo que se necesite. Esta pulsera nos recuerda que el Corazón de Jesús está
junto al nuestro.
Y
anoche, cuando fuimos a rezar, cada hermana tenía su pulsera. Nos quedamos
después de Completas orando un rato más. Al final, hemos decidido exponer todos
los días el Santísimo, una hora, de 6:30 a 7:30 pm (y dejaremos la capilla
abierta por si alguien quiere entrar) para orar expresamente por esta epidemia.
Nuestra mayor fuerza está en Él. Creemos en un Dios que es Todopoderoso. La
oración no tiene límites, pues para Dios, nada hay imposible.
Hoy
el reto del amor es pedirle al Corazón de Jesús que te proteja, que te cuide y
te dé su fuerza para servir donde se necesite. Imprime un detente o ponte una
medalla que te recuerde vivir esta situación con fe. Y unámonos en oración,
desde cualquier lugar, a cualquier hora. Porque la oración todo lo puede. Ten
fe, mi querido retero: el Señor te ama y está a tu lado en esta situación.
Vívela desde su Corazón.
VIVE
DE CRISTO