¿Esto?...
a la gloria
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Como
esta semana me toca encender la gloria, ayer le pedí a Sión que me echara una
mano para subir leña.
En
esta época del año, los troncos de la poda del año pasado ya se han acabado,
así que eso de “recoger” leña se vuelve una aventura...
Sí,
porque se trata de una sala, que tenemos en el sótano, que está toda entera
llena de trozos de madera: palos, ramas, sillas rotas, trocitos de puertas por
aquí, de marcos por allá... todo ello formando una montaña de madera a la que
hay que escalar con cuidado de no clavarse alguna púa.
Es
una sala que ni siquiera tiene luz, y apenas tiene una pequeña ventana alta que
da a la huerta. Así que este año nos hemos propuesto vaciarla, y creo que cada
una soñamos con las distintas cosas que se podrán hacer ahí...
Tras
la odisea sobre la montaña de madera, logramos poner la gloria a punto de calor
para todo el día.
Después,
en la oración, el Señor me regaló ver que todos tenemos una sala como esta en
nuestro interior. Es ese lugar allá, abajo, muy adentro, donde vamos acumulando
“madera vieja”: esa falta de perdón con aquella persona, la fijación con el
defecto de aquella otra, la desconfianza causada por una herida... que podemos
llevar guardándolo incluso mucho tiempo.
Pero,
en definitiva, nada de ello sirve ni hace bien ahí guardado. Únicamente ocupa
un espacio en la vida, en los pensamientos y sobre todo en el corazón, que
podría estar siendo ocupado por algo realmente constructivo y valioso.
Me
llamaba la atención lo oscura que es esa sala y, sin embargo, lo que se saca de
ahí y se traslada a la gloria se convierte en luz y calor para todos.
Nuestra
Gloria es Jesús, que en su Fuego quiere sanar nuestro corazón por completo,
quiere vaciar esa sala de rencores para llenarla de Amor, de Alegría, de Paz,
de Libertad...
Hoy
el reto del amor es subir un rencor al Fuego de Cristo. Atrévete a soltar uno,
tan solo el primero que te venga a la mente, y haz la prueba... Es una
experiencia vital ver tu propia herida convertida en Luz para tu vida y para la
de los demás.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma