¡Hay tantas cosas para ser agradecidos con Dios durante nuestra semana!
Hace un tiempo me contaba un amigo
sacerdote que a veces la gente le decía: “Padre, pero si yo soy super católico.
Voy a Misa todos los Domingos”. A lo que el Padre, con cierto humor y
severidad, les respondía: “¡Pero si eso es lo mínimo! Es como si tu hijo te
dijera: soy un excelente alumno, ¡pasé la materia con las justas!”
Ir a Misa los Domingos es un precepto que debemos cumplir y
está muy bien pero si nos quedamos solo en el cumplir, entonces en el fondo
quizás no hemos comprendido algunas cosas sobre la presencia de la Eucaristía
en nuestras vidas y la bendición que significa. No se trata tampoco de creer que quien va
a Misa todos los días es mejor cristiano. De hecho, a veces no es lo mejor,
pues se puede caer también en el riesgo de la rutina frente a un misterio tan
grande.
No creo que Dios quisiese que nuestra única relación con la
Eucaristía, el tesoro más grande que custodia la Iglesia, fuese solamente en la
Eucaristía dominical. Acá
les proponemos algunas reflexiones para ayudarnos a que esté presente de otros
modos en nuestro día a día, como un río subterráneo que recorre toda nuestra
vida y alimenta todas y cada una de nuestras acciones durante la semana.
«Pueden ir en paz»
Estas palabras al final de la Misa no
significan que podemos irnos en paz porque estamos tranquilos con nuestra
conciencia. No es solo un llamado a sentirnos buenos porque hemos ido a Misa.
Significan que vayamos en paz para comunicar la paz de Cristo. Estas palabras
conectan la Misa con toda nuestra semana: que a lo largo de ella sepamos ser
mensajeros de la paz de Cristo a todos los que nos rodean. La palabra Misa,
precisamente, viene del latín que significa “envío”… así que no se trata solo
de quedarnos con el tesoro para nosotros mismos…
Banquete… pero también sacrificio
Usualmente nos gusta más hablar de la Misa
como comunión. Es, después de todo, un banquete en el que podemos recibir el
alimento espiritual que es el mismo cuerpo de Cristo. La Misa, sin embargo, es
también sacrificio. La mesa donde el sacerdote celebra es también un altar, y
Cristo se ofrece como víctima. ¿Cómo vivo la dimensión de sacrificio en mi vida
cotidiana? De hecho, la palabra hostia viene precisamente del latín que
significa victima…
Una
clave muy valiosa
Existe un principio muy importante cuando
uno lee e interpreta la Sagrada Escritura. Dice así: la Biblia debe ser leída
con el mismo Espíritu con el que fue escrita. Creo que podemos decir algo
parecido para comprender un poco mejor la Eucaristía. ¿Cuál fue el espíritu con
el que fue instituida? Fue un espíritu de obediencia al plan del Padre, de
servicio y de entrega. Ciertamente es un misterio que nos supera, pero si hay
una clave para crecer en el amor a Jesús presente en la Eucaristía es vivir el
servicio y la entrega en mi vida cotidiana. ¿Cuál es la llave al corazón de
Jesús? Esa llave es la donación personal por amor a Él. Eso lo puedo hacer de
muchos modos durante la semana. Quizás es cuestión de ponerse a pensar un
poquito…
Adoración y silencio
La presencia de la Eucaristía en nuestra
semana no se limita solo a la Misa. Jesús se quiso quedar con nosotros para
siempre, y tenemos ese don increíble presente en cada capilla de santísimo. Es
verdad que siempre podemos rezar en la intimidad de nuestro corazón, así no
estemos en una capilla… pero creo que al mismo tiempo todos percibimos que no
es exactamente lo mismo. ¡Por alguna razón El se quiso quedar en cada hostia
consagrada que se custodia en los tabernáculos de las iglesias! Visitarlo
durante la semana, como quien visita a un amigo muy querido, lleva luz y calor
a nuestra vida. Seguro Jesús, al vernos entrar en la capilla, se llena también
de alegría y nos dice: ¡Qué bueno que hayas venido, te estaba esperando!
De corazón a corazón
Da mucho que pensar que uno de los milagros
Eucarísticos más impresionantes, el que se custodia en Lanciano, Italia, sea
una hostia convertida en carne, y esa carne es parte de un corazón. Se
identifica la hostia con el corazón de Jesús. Con el corazón uno ama y uno
sufre. El corazón bombea vida a todo el cuerpo, y
también se llena de cicatrices. Con un corazón humano Jesús amó también al modo
humano para que nosotros, amando al modo humano, podamos elevarnos al amor
divino. Crecer durante nuestra semana un poquito en eso,
aunque sea un poquito, nos llevará una relación más profunda con Jesús presente
en la Eucaristía.
Ser agradecidos
La palabra Eucaristía viene de “acción de
gracias”. Si cultivamos esta virtud a lo largo de nuestra semana estaremos
viviendo, de modo muy particular, una dimensión central de la Eucaristía. ¡Hay tantas cosas para ser
agradecidos con Dios durante nuestra semana! Así llegaremos al Domingo y
podremos hacer con mucha más conciencia y profundidad una acción de gracias
sincera a Dios.
Por: Kenneth Pierce
Fuente:
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