Estos tres hombres son conocidos como los principales “padres
fundadores” tanto del judaísmo como del cristianismo
En las narraciones del Antiguo Testamento, hay
tres figuras principales a las que se nombra una y otra vez. Estas figuras son
conocidas como los “patriarcas” tanto del judaísmo como del cristianismo, y
fueron de los primeros en seguir obedientemente la voluntad de Dios.
El primer patriarca es Abraham, cuya fe en Dios es exaltada en toda
la Biblia. Dios le dijo: “Y ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre
será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de
naciones.” (Génesis 17, 5).
El segundo patriarca es Isaac, el hijo de Abraham. Isaac aceptó
libremente su destino como sacrificio a Dios y llevó la madera que habría
alimentado el fuego debajo de él. Sin embargo, Dios lo salvó por la fiel
obediencia de Abraham y lo bendijo con hijos.
El tercer patriarca es Jacob (Israel), el hijo de Isaac. Fue bendecido por su
padre sobre su gemelo Esaú, y se convertiría en el padre de doce tribus,
formando finalmente la nación de Israel.
Cuando Dios
se reveló a Moisés, invocó a estos patriarcas para ayudar a identificar quién
era.
Luego siguió diciendo: “Yo soy el Dios de
tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Moisés se
cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios (Éxodo 3, 6)
Jesús invocaba repetidamente a los patriarcas, como lo hicieron los primeros
cristianos. Ambos trataban de asegurar al pueblo judío que Jesús era el mismo
Dios que el Dios de los patriarcas.
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el
Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes
entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto
ponerlo en libertad (Hechos 3, 13).
Es importante
conocer las historias de los patriarcas, y recordar el rico patrimonio de la fe
cristiana que se extiende miles de años en el pasado.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia