Haz
las paces con el temporal
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
tejado está justo encima de mi celda y, cuando el tiempo es un poco adverso, se
escucha todo como si te cayese encima.
La
semana pasada, las noches resultaron ser polifónicas:
Unos
días se oía “sssssss ssssss ssssssss sssssssss....”, el sonido del viento
fuerte que parecía que se iba a llevar el edificio.
Otros
días, lluvia fuerte que sonaba "tec-teque-tec" o, cuando disminuía,
sonaba sobre las tejas: “plic, plic, plic...”
Cada
día un sonido distinto, y me resultaba imposible cerrar los ojos. Es más, como
si eso fuese a hacer que el ruido cesase... me enfadaba y me inquietaba cada
vez más. Ha sido así toda la semana. Llegó un momento en que me planteé: “Tengo
que hacer las paces con el temporal”.
El
jueves por la noche llegué a la celda con actitud diferente, actitud de acogida
ante lo que se pudiese presentar. Y, de nuevo, la lluvia, el viento... “sss
ssss”... “plic, plic...”
Di
las gracias al Señor por la lluvia, por los agricultores que tanto la necesitan
en sus campos, por el agua; en lugar de convertirla en un ruido molesto, pude
generar en mí una actitud de acogida. El sonido... no quise luchar contra él,
sino hacerlo mi aliado, acoplarlo, y así pude descansar.
Cuántas
cosas pequeñas de los demás nos ponen nerviosos: ruidos, gestos, actitudes o
formas de ser. Sin embargo, por lo general, esto responde a una ofensa
subjetiva, pues la otra persona para nada está pensando en hacernos daño o en
molestarnos.
Si
alimentamos ese sentimiento, terminará en rechazo hacia esa persona.
Jesús
pudo haber rechazado a todas las personas que se le acercaban. Los niños
sucios, los enfermos contagiosos, los que eran insistentes, pesados... y, sin
embargo, deja que se acerquen, toca, sana, escucha... a esos ruidos que podían
haber resultado molestos. Jesús no se queda en los ruidos de la lluvia y el
viento: se queda en el Amor, y es ese Amor el que le hace ver más allá y
descubrir en esos “ruidos” a sus hijos más amados.
Hoy
el reto del amor es que vayas con actitud de acogida hacia la “lluvia y viento”
que encontrarás a lo largo del día. En lugar de centrarte en lo que te pone
nervioso, céntrate en orar por esa persona, acógela y ten un detalle con ella.
Abrirás tu corazón a descubrirla de una manera nueva y el “ruido sobre el
tejado” ya no te molestará.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma