Cómo saber si estoy haciendo la
voluntad de Dios
De las muchas personas que he encontrado
y encuentro en mi camino, personas que me escriben pidiendo ayuda o cosas por
el estilo… el 90% de ellas se hacen este cuestionamiento: “¿cuál es la voluntad
de Dios para mí?”, “¿estoy haciendo la voluntad de Dios?”.
Si la
pregunta ya es compleja, pensar la respuesta se hace aún más difícil. Porque no
es fácil a veces entender cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida cuando
estamos rodeados de muchas realidades de sufrimiento, de
situaciones difíciles que nos hacen caer cada vez más, y cosas por el estilo…
Para el
joven, la ansiedad aumenta aún más, y parece que esta pregunta no calla. Quiere
saber cuál es la voluntad de Dios en relación a la persona que necesita para
casarse, o si de hecho se casará, si Dios quiere que tenga determinado trabajo,
si Dios quiere que viva en comunidad, etc.
Primer
consejo que me gustaría darte en relación a este asunto:
No busques a Dios únicamente intentando
encontrar en su respuesta, un deseo que tienes dentro de ti. Te pido que leas nuevamente y con
calma esta frase, pues creo que en ella ya puede haber muchas de las respuestas
que vienes buscando y aún no tienes.
Intentaré
ser todavía más claro:
No busques
una respuesta de Dios para tu estado de vida -por ejemplo-; eres tú y únicamente
tú, quien está preocupado con eso más que Dios.
No busques
una respuesta de Dios en relación al sufrimiento que estás viviendo, eres tú y
únicamente tú quien está preocupado en librarte del problema, en lugar de
aprender de él.
Lo que
quiero decir con esto es que no vayas detrás de Dios exigiéndole respuestas
para tus deseos, porque tus deseos tal vez no sean la prioridad
de lo que Dios quiere para ti ahora.
Entonces,
si no debo buscar a Dios para responder a mis deseos, ¿qué tengo que hacer?
Necesitas empezar a buscar a Dios porque
en Dios encontrarás las respuestas que necesitas.
Mira que
hay una diferencia muy grande entre buscar a Dios con el deseo de que Él
responda a tus deseos; y buscar a Dios para que Él te dé las respuestas que
necesitas.
Cuando entendemos esta diferencia dejamos
de querer “manipular” a Dios y buscarlo sólo por lo que Él puede
ofrecernos; y empezaremos a buscarlo por aquello que Dios es. Dios es Dios, y
debe ser nuestro único motivo para buscarlo.
Cuando
buscamos a Dios de corazón, sin segundas intenciones, sin enmascarar nuestros
deseos al buscarlo, empezamos a purificar hasta nuestro modo de
relacionarnos con Él.
Ya no
necesitaré quedarme buscando respuestas y soluciones para los problemas de mi
vida, porque el foco deja de estar en las respuestas que necesito para mi vida,
y el foco se centra en Dios y en quién es Él para mí…
Y ahí,
hermano y hermana míos, está claro que todos los pasos que necesitarás dar en
tu vida serán más fáciles de decidir; los pasos que necesitarás dar se volverán
más claros para ti.
Pues una
vez que busques a Dios de corazón, una vez que busques a Dios por lo que Él es
y no por aquello que te puede dar, tu vida será una vida más llena de Dios…
Y aunque no
tengas toda la claridad de tu próximo paso, no te afligirá, pues seguirás
caminando en Dios hasta que estos próximos pasos se vuelvan más claros para
tomar una decisión…
Y todo eso
¿cómo se concretará?
En la
búsqueda de Dios a través de la oración.
Por eso te
aconsejo: Reza, reza, reza y reza… No hay otro camino para llegar a Dios sino
el camino que está marcado por una vida de oración dedicada y fiel. Mucho más
que por la voluntad de rezar, este camino debe estar marcado por la
persistencia de la constancia.
Y mi
segundo consejo es:
No esperes a tener el deseo de rezar, no quieras llenarte de ganas de rezar,
no esperes que sientas tu corazón ansioso por encontrarte con Dios a través de
la oración; porque si fuera así yo particularmente no rezaría.
Reza sin
ganas. Reza cansado. Reza con preocupaciones en tu cabeza. Reza enfermo. Reza
en el trabajo. Reza en el coche. Reza triste. Reza aunque te sientas solo. Reza
aunque sientas que Dios no te está oyendo… Reza, reza, reza…
La
constancia en tu vida de oración te dará el don de esta vida adherida a la
voluntad de Dios.
Espero que
estas palabras caigan en tu corazón como un nuevo entendimiento sobre tu
relación con Dios, y que el Espíritu Santo te guíe a partir de aquí.
“Aparté
mis pasos de todo mal camino, pues quería ser fiel a tu palabra”
(Sal 119, 101).
Por Livres
de Todo Mal
Fuente: Aleteia