El Papa celebró la misa en la capilla de la Casa Santa Marta y estuvo cerca de los que sufren
Homilía en Santa Marta (@Vatican Media) |
Ayer por la mañana el Papa Francisco celebró la misa en la Casa Santa Marta, decidiendo que
sería transmitida en vivo hoy, como en los próximos días, para mostrar su
cercanía diaria a los afectados por la epidemia del coronavirus. En su homilía
habló de la preparación al sacramento de la reconciliación, confesando los
pecados con el corazón, avergonzados por haberlos cometido.
En
este momento difícil, estamos todos unidos en torno al Papa para estar más
unidos a Cristo, más unidos entre nosotros. Ayer en el Ángelus, un Ángelus
especial desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa había invitado a
los fieles “a vivir este momento difícil con la fuerza de la fe, la certeza de
la esperanza y el fervor de la caridad" buscando "un sentido
evangélico incluso en este momento de prueba y dolor".
El
Papa celebró la misa en la capilla de la Casa Santa Marta y estuvo cerca de los
que sufren. En estos días, dijo, ofreceré la misa por los enfermos de esta
epidemia de coronavirus, por los médicos, enfermeras, voluntarios que ayudan
mucho, familiares, personas mayores en casas de retiro, prisioneros que están
encerrados. Oremos juntos esta semana, esta fuerte oración al Señor:
"Sálvame, Señor, y dame misericordia. Mi pie está en el camino correcto.
En la asamblea bendeciré al Señor".
Pidamos la gracia de
avergonzarnos de nuestros pecados
En
su homilía habló de la preparación al sacramento de la reconciliación,
confesando los pecados con el corazón, avergonzados por haberlos cometido. Pidamos
hoy la gracia de la vergüenza, dijo el Santo Padre, avergonzarnos de nuestros
pecados. Que el Señor nos conceda a todos, esta gracia.
Francisco
comentó la primera lectura del Libro del Profeta Daniel, que es una confesión
de pecados, dijo, y recordó la necesidad de reconocernos como pecadores. Al
prepararnos al sacramento de le reconciliación, debemos hacer el examen de
conciencia, y reconocer nuestros pecados, pero no deben estar metidos en una
lista, y ser pecados intelectuales, y así la confesión se queda en la cabeza.
“Una
verdadera confesión de los pecados debe permanecer en el corazón. Confesarse no
es sólo decirle al sacerdote, aquí está la lista, y luego me voy, estoy
perdonado. No, no es eso. Se da un paso, un paso más, que es la confesión de nuestras
miserias, pero desde el corazón; es decir, que la lista de cosas malas que he
hecho, llega hasta el corazón”.
Confesar los pecados con
el corazón
El
Papa dijo que, al reconocer nuestros pecados, hay que sentirlo en el corazón,
teniendo el sentimiento de vergüenza:
"Me
avergüenzo de haber hecho esto. Te pido perdón por la vergüenza". Y la
vergüenza por nuestros pecados es una gracia, debemos pedirla: "Señor, me
avergüenzo". Una persona que ha perdido la vergüenza pierde la autoridad
moral, pierde el respeto por los demás. Una persona desvergonzada. Lo mismo
sucede con Dios: estamos avergonzados. A ti la justicia, a nosotros la
vergüenza. La vergüenza en tu cara, como hoy”.
Cuando
tenemos no sólo el recuerdo de nuestros pecados, sino también el sentimiento de
vergüenza, esto toca el corazón de Dios, dijo por último, y responde con
misericordia. La manera de encontrar la misericordia de Dios es avergonzarse de
las cosas malas que hemos hecho. Así que cuando me confiese diré no sólo la
lista de pecados, sino los sentimientos de confusión, de vergüenza por haberle
hecho esto a un Dios tan bueno, tan misericordioso, tan justo.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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