La
limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos ayuda al prójimo a
mejorar su condición
"La limosna
evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la
caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y
de los hermanos, a imitación de Jesucristo". Benedicto XVI
¿Por qué dar limosna?
El
Papa Benedicto XVI nos enseñó que "La limosna nos ayuda a vencer esta
constante tentación (la avaricia) educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades
y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas
especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes
del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se
añade un gesto de comunión eclesial al igual que sucedía en la Iglesia
primitiva" [1].
"Según
las enseñanzas evangélicas no somos propietarios de los bienes que poseemos,
sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad
exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de
nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo" [2].
En
breve, digamos que el sentido principal de la limosna es hacer presente en el
mundo la caridad divina a través de nosotros. Con este ejercicio comunicamos la
caridad divina, pues buscamos con sinceridad el bien y la integridad del
prójimo.
¿La limosna debe ser
material?
Al
hablar de limosna nos referimos a la dádiva de un bien que nos es valioso y el
cual necesitamos. Es decir, la limosna no es lo que nos sobra. Incluso si
diéramos grandes sumas de dinero que no necesitáramos esa dádiva no sería
limosna, pues con ella no compartimos lo que realmente necesitamos para
sobrevivir.
En
este sentido, no importa la cantidad de lo que demos, sino el sentido de
generosidad y el compartir lo que verdaderamente lo que no nos sobra, sino que
es para nosotros un bien valioso. Por tanto, podemos compartir tiempo, ayuda,
consejos, y no sólo alimentos y dinero.
Asegurarnos que la limosna
ayude al prójimo
Muchas
veces las personas de buenas intenciones dejan de dar limosna a los pobres
porque saben que el dinero dado será gastado en drogas, jerarquías delictivas o
que, en general, no será de provecho para los necesitados.
Ante
esto podemos responder ayudando a los necesitados a través de organizaciones o
fundaciones que administran óptimamente los bienes, a fin de que los pobres
puedan ayudarse con ellos.
Naturalmente,
la acción de la limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos
ayuda al prójimo a mejorar su condición. Sin embargo, lo que el necesitado haga
con los bienes compartidos no es directamente responsabilidad de quien da, sino
de quien recibe los bienes.
NOTAS:
[1]
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la cuaresma del año 2008 # 1
[2] Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la cuaresma del año 2008 # 2
[2] Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la cuaresma del año 2008 # 2
Por: Gabriel González Nares
Fuente:
Encuentra.com