“¡No
funciona!”… “¡ah, ya funciona!”…
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ya
sabéis que estamos de obras… ¡Se nos ocurrió poner un ascensor en el convento,
porque, además de tener cuatro pisos, para ir a las distintas dependencias, las
distancias son kilométricas! ¡Más de 7 km puedo andar, en un solo día, dentro
del monasterio y sin pisar la huerta!: De la celda, por largos pasillos, al
coro; de la iglesia, a la capilla; de esta, al refectorio; de aquí, a la sala
de trabajo, etc., etc…
¡Pues
llevamos meses esperando ver en el ascensor (¡muy bonito!): “FUNCIONA”!…
Siempre es todavía: “NO FUNCIONA"… ¡Que si hacía un ruido raro el motor!…
¡Viajes Alemania, a por uno nuevo!… ¡Y va, y viene, y todo está parado!...
¡Dicen que tenemos mucha paciencia las monjas, con tanta demora!...
Y
en la oración, podía ver que es lo mismo que sucede con la gracia: El viaje que
tiene que hacer, tan largo y laborioso, a veces, hasta poder decir dentro de
nosotros: ¡FUNCIONA!, y poder, con esta gracia, ir y venir, subir y bajar desde
las experiencias más gozosas, hasta las vivencias que juzgamos como malas,
porque desagradan a nuestro natural… ¡que está hecho para ser feliz!...
Este
“ascensor de Dios y nuestro”, nos puede llevar, por el dormitorio, a nuestro
aposentos, donde nos habla Dios con un lenguaje que solo Él y yo entendemos,
Palabras de Amor: “Cerrada la puerta, ora a tu Padre, que habla en lo
escondido”…
También
la gracia puede bajar a “nuestro sótano”, donde escondemos, quizás, aquello que
nos desagrada de nosotros mismos, o también el conflicto que no queremos
abordar y poner a la luz… Y la gracia nos fuerza, con suavidad y dulzura, para
realizar un trabajo de “conversión” que nosotros, ni podíamos, ni sabíamos
resolvernos a ello…
Y,
por supuesto, “el ascensor” nos lleva al piso más elevado, donde se ve el cielo
azul y todo parece más limpio: ¡Son las alegrías y gozos del amor, en tantas
cosas que Dios nos ha regalado!... La gracia también entra por estas zonas de
nuestro tejado interior, para hacernos ver la vida y la acción del Espíritu de
Dios en nosotros, como un cielo anticipado…
Hoy
el reto del amor, es dejar a “nuestro ascensor”, subir y bajar en todos los
pisos de nuestra alma… ¡Su motor no es traído de Alemania, sino que es el
Espíritu Santo el que nos mueve! Por eso, estamos seguros en Sus manos: “¡Sé de
Quién me he fiado!”…
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma