Bajo
el lema “Sembradores de esperanza” los obispos de la CEE celebran este año la
Jornada por la vida, un día para mentalizar sobre la importancia del cuidado de
las personas desde su concepción hasta su etapa final
La
Jornada por la Vida se celebrará en España el próximo 25 de marzo, Solemnidad
de la Encarnación del Señor, bajo el lema “Sembradores de esperanza”. Ha
promover este día han sido los obispos de la Subcomisión Episcopal para la
Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal española, y tiene
como objetivo “ofrecer una mirada esperanzada sobre los momentos que clausuran
nuestra etapa vital en la tierra”. También es un día con el que se pretende
concienciar sobre como “ayudar con sencillez a buscar el sentido del
sufrimiento” y sobre la importancia del “acompañamiento” y “consuelo” al
enfermo en la etapa última de su vida terrenal, “llenando de esperanza el
momento de la muerte”.
Ayudar al débil
Una
de las palabras claves para los prelados es “la ayuda”. Según señalan en su
mensaje, “la ayuda al débil, al que sufre, beneficia no solo al enfermo, sino
también al cuidador”. De hecho – explican – “cuando una persona comprende la
debilidad y la necesidad de los que sufren y es capaz de comprometerse en su
cuidado, esa persona se engrandece y se hace más fuerte, pues comprende la vulnerabilidad
de la existencia, la belleza de la dependencia, la dimensión dramática de la
vida”.
Acompañar al que sufre
Los
obispos también explican que quien sufre y se encuentra ante el final de esta
vida “necesita ser acompañado, protegido y ayudado”. Necesita ayuda sobre todo
para responder a las cuestiones fundamentales de la existencia, para abordar
con esperanza su situación, para recibir los cuidados con competencia técnica y
calidad humana, pero también “ser acompañado por su familia y seres queridos y
recibir consuelo espiritual y la ayuda de Dios”.
La vida tiene sentido
hasta el final
Por
otro lado, los prelados declaran que tanto el que ayuda como el que es ayudado
“son un testimonio de esperanza y de alegría” y nos permiten comprender que “la
persona que sufre posee plenamente su dignidad”; también que la vida “tiene
sentido hasta el final”. Y además de todo esto, estas personas muestran al
mundo dos cosas. La primera es que teniendo un porqué “somos capaces de superar
cualquier desafío” y la otra es que “el amor es más fuerte que nuestros
sufrimientos y nuestras miserias”. “Tenemos que aprender de ellos” puntualizan
los prelados.
Toda persona es valiosa,
independientemente de su condición
Por
último invitan a expresar a cada enfermo “que es una persona valiosa y que su
vida importa”. También “que haremos todo lo que sea necesario para que viva los
últimos momentos de su vida, cuando se encuentre ante esta situación, con los
cuidados precisos, en compañía, con paz”. En este sentido, los obispos proponen
“los cuidados paliativos” como la mejor solución para el alivio del dolor
cuando sea posible y fomentan la cultura del cuidado, del respeto y del
consuelo.
Mireia
Bonilla – Ciudad del Vaticano
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