El obispo de
San Sebastián y el secretario general de la CEE salen en defensa del derecho de
los padres a elegir la educación de sus hijos
Foto: Mikel Ponce |
El obispo de
San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, ha tildado de «inaceptables» las
palabras de la ministra de Educación Isabel Celaá, quien en su oposición al pin
parental propuesto en Murcia dijo que «de ninguna manera los hijos pertenecen a
los padres».
La señora
ministra «está olvidando tanto la Declaración Universal de los Derechos Humanos
como la Constitución española», que hablan del «derecho preferente de los
padres a elegir el tipo de educación» que consideren oportuna para sus hijos.
El prelado se
ha preguntado en el programa Sexto Continente, de Radio María, «“¿quién es el
Estado para imponer una determinada concepción antropológica o moral a una
familia?” Obviamente, es pretender constituirse en dueño de la educación de los
hijos. Es pretender decir que es el Estado, y no las familias, quien tiene la
responsabilidad primordial, originaria y directa sobre la educación de los
hijos».
En el fondo,
advierte monseñor Munilla, «la frase de Celaá contrapone dos modelos. Por un
lado, el modelo humanista cristiano, «que piensa que los hijos son de Dios,
pero que Dios ha encomendado a los padres el derecho y el deber a esa educación
de los hijos». La otra concepción, «la del marxismo, es decir los hijos no son
de nadie, y como no son de nadie es el Estado –el político de turno– el que
asume la educación o el control educativo de esos hijos».
Frente a esta
postura, el prelado vasco ha pedido a «ser conscientes de lo que está en juego»
y ha subrayado «la importancia del asociacionismo familiar, para que se puedan
ayudar unos a otros».
No somos
propiedad del Estado
Las
declaraciones de Munilla siguen a las pronunciadas por el secretario general de
la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Arguello, que en un hilo en
Twitter aseguraba este domingo que «los hijos no somos propiedad de los padres,
¡menos del Estado!».
Para el también
obispo auxiliar de Valladolid, «ser hijo, supone participar de un vínculo,
fruto y origen de otros vínculos que respetados y armonizados, hacen posible el
bien común, personal y social». Sin embargo, en la actualidad «se propone el ideal
del individuo desvinculado» porque «la desvinculación nos debilita frente al
poder que viene en ayuda de nuestra debilidad para decidir por nosotros».
Por último,
monseñor Argüello alerta contra las «migajas» ofrecidas por el poder, como
«decidir en el supermercado, navegar por la red y, sobre todo, decisiones
sentimentales o populistas que generan dependencias y desvinculan». Y concluye
sentenciando que «el totalitarismo ha aprendido a elogiar al individuo para
someterlo más fácilmente. La familia y “la familia de familias” estorban».
José Calderero
de Aldecoa
Fuente: Alfa y
Omega