“No
os preocupéis por el mañana"
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¡Estamos
de obras en el convento! Hemos cambiado el suelo del dormitorio, porque el
anterior estaba muy deteriorado: baldosas partidas y algunas “movibles”, con
sus consabidos ruidos y tropezones… ¡Esto es muy bonito dicho así de pasada,
porque ahora, en vez de baldosines pequeños, son baldosas grandes blancas, un
poco jaspeadas y con zócalos negros, que resulta muy digno!... ¡y dominicano:
blanco y negro!...
El
dormitorio es un pasillo muy largo que hace L y, a un lado del mismo, muchas
puertas que dan acceso a celdas amplias, que conservan el sabor antiguo…
Cuando
los obreros iban avanzando poniendo el suelo, todo eran golpes, polvo, máquinas
ruidosas para cortar las baldosas, etc., etc… ¡Todo menos la paz monástica!…
Pero eso no era muy malo, porque, después de sus horarios, ¡había silencio!…
¡Con mucho polvo y trastos, pero silencio!…
Lo
peor han sido “los traslados”: Cuando llegaban con la baldosa a la puerta de
una celda, ¡la monja tenía que estar fuera!, porque, en 24 horas o algo más, no
se podía pisar: “tenía que fraguar y secar la cola”... Todas las monjas hemos
ido saliendo de nuestro “nido": unas, a la enfermería; otras, a las celdas
vacías...
Cuando
me tocó a mí salir para la enfermería, cargada de edredones, mantas, sábanas,
etc., recordé el Éxodo de los israelitas: ellos salieron, ¡a toda prisa!, con
la masa de las tortas sin fermentar, echándosela a la espalda, y con lo que
pudieron sacar de Egipto. Iban cargados todos hasta los ojos, porque era el
“Paso del Señor”, que habían de hacer por el Mar Rojo… ¡Ellos lo tuvieron más
duro!... ¡A mí me esperaba una cama en la enfermería!… ¡¡Y qué “cama
articulada”, porque el colchón es de látex anti escaras!!... ¡Y no quise mirar
el somier, pues me parecía que dormía en una tabla!… ¡Y así tres noches!… ¡Y
las demás monjas, supongo, que igual!...
A
pesar de las incomodidades y el frío en los tránsitos, ha sido una buena experiencia
de realismo de la vida y ¡muy bíblica!…
“Aquí
no tenemos ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura”... De forma
que estamos de paso y, de vez en cuando, que el Señor nos lo recuerde, es muy
bueno… ¡Esto, es desinstalarse totalmente!... y… ¡A lo que salga!...
En
el recreo, compartíamos nuestros “viajes forzados”, y siempre había una
anécdota que nos hacía reír… Israel se unió estrechamente, en el Éxodo por el
desierto, como “pueblo de Dios” y a nosotras, esto, nos ha unido como “comunidad
fraterna en Cristo”… ¡Bendito sea Dios!...
Hoy
el reto del amor es dar gracias al Señor cada vez que Él permita que vivamos
desinstalados y sin seguridad: ¡solo Jesús es mi casa y mi refugio!…
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma