Así lo afirmó el Papa Francisco en la Audiencia General, concluyendo su ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles
La Palabra de Dios no está encadenada sino que quiere
"correr" para comunicar la salvación a todos: con este mensaje
concluye el ciclo de catequesis del Papa Francisco sobre los Hechos de los
Apóstoles, iniciado el 29 de mayo del año pasado: "Que el final de este
itinerario, vivido juntos siguiendo la carrera del Evangelio en el mundo, el
Espíritu reavive en cada uno de nosotros la llamada a ser valientes y gozosos
evangelizadores".
La Palabra de Dios no está encadenada, sino que está
lista para ser sembrada: así lo afirmó el Papa Francisco en la Audiencia
General, concluyendo su ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles.
El Santo Padre, que ha reflexionado en estos meses sobre el viaje de Pablo,
quien de Jerusalén llega a Roma para de allí extenderse al mundo entero, hoy
muestra a todos cómo se desencadena la siembra abundante de la Palabra de Dios.
El viaje de Pablo, que fue uno con el del Evangelio,
es una prueba de que los caminos de los hombres, si se viven en la fe, pueden
convertirse en un espacio de tránsito de la salvación de Dios, a través de la
Palabra de fe que es un fermento activo en la historia, capaz de transformar
las situaciones y de abrir caminos siempre nuevos.
Una Palabra
"imparable" que quiere correr para comunicar la salvación
Hablando de la llegada de Pablo a Roma, con la que
termina la historia de los Hechos de los Apóstoles, el Pontífice subrayó cómo
la historia "no finaliza con el martirio de Pablo", sino "con la
siembra abundante de la Palabra". De hecho, el final del relato de Lucas,
centrado en el camino del Evangelio en el mundo, "contiene y recapitula
todo el dinamismo de la Palabra de Dios, una Palabra imparable - dijo - que
quiere correr para comunicar la salvación a todos".
En esta ciudad, aun siendo prisionero, Pablo recibió
de la autoridad el poder vivir por cuenta propia, en una casa particular, “bajo
custodia militar”. Esta situación le permitía recibir libremente a todos los
que venían a encontrarlo, a los cuales anunciaba el Reino de Dios e instruía en
el conocimiento de Cristo Jesús. Entre ellos había también algunos judíos, a
quienes trataba de mostrar, a partir de la Ley y los Profetas, la continuidad
entre la «esperanza de Israel» y la novedad de Cristo, en quien Dios cumplió
sus promesas al Pueblo elegido.
La Palabra no
está encadenada, está lista para ser sembrada
El Papa siguió explicando que después de este primer
encuentro con los judíos, que estaban bien dispuestos, siguió otro más oficial
durante el cual, durante todo un día, Pablo anunció el Reino de Dios, tratando
de abrir a sus interlocutores a la fe en Jesús. Pero como no todos están
convencidos, Pablo denunció "el endurecimiento del corazón del pueblo de
Dios", lo que al final fue "la causa de su condena". En este
punto del relato, observó Francisco, Lucas concluye su obra mostrándonos no la
muerte de Pablo, sino el dinamismo de su sermón, de "una Palabra que no
está encadenada", sino que está lista para ser sembrada "a manos
llenas" por el Apóstol:
Los Hechos de los Apóstoles no se cierran con el
martirio de Pablo, sino con la siembra abundante de la Palabra de Dios. La casa
romana del Apóstol, abierta a todos los que buscaban y querían recibir el
anuncio y conocer a Jesús, es imagen de la Iglesia, que no obstante perseguida,
incomprendida, pecadora y encadenada, no se cansa de acoger con corazón de
madre a todo hombre y mujer, para anunciarles el amor del Padre que se hizo
visible en Jesús.
Evangelizadores
valientes, construir un mundo más justo
Al final de la catequesis, saludando a los fieles de
lengua española, el Papa animó a pedir al Espíritu Santo que estimule en todos
nosotros la llamada a ser evangelizadores valientes y decididos para que, como
san Pablo, vivamos la alegría del Evangelio y convirtamos nuestros hogares en
cenáculos de fraternidad abiertos a todos los hermanos. A los jóvenes, los
ancianos, los enfermos y los recién casados, alentó a abrir los corazones a las
necesidades de la Iglesia y a que, siguiendo el ejemplo de Jesús, permanezcan
cerca de los hermanos, construyendo un mundo más justo.
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
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