Como último tormento le quemaron con hachas encendidas todo su cuerpo y vieron salir por su boca una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo
Dominio público |
Murió,
tras crueles torturas, a la edad de doce años, un día 10 de diciembre.
Daciano, gobernador
romano, recorre la ciudades persiguiendo a los cristianos. Es así que
entra en Mérida, arrasando sin tregua. Eulalia, una niña de doce años reta a
las conciencias: "¿A que estáis aguardando? ¿Nadie es valiente de
presentarse ante el gobernador y echarle en cara lo mal que hace persiguiendo a
los que no hacen ningún mal?. Demostrad que sois cristianos y que defendéis a
este Cristo ultrajado".
El gran poeta Prudencio canta maravillas de la inocencia y el celo por Cristo
de Eulalia. Sus padres, que conocían bien la valentía de su hija, sabían
que ella era capaz de recriminar al gobernador en su cara. Por eso se la
llevaron lejos de la ciudad. Pero desde la casa en el campo Eulalia seguía
recordando la situación de los cristianos y no podía dormir. Una noche,
sigilosamente, se levanto, abandono la casa de campo camino a la ciudad. Un
cortejo de ángeles iluminaban su camino en aquella noche lóbrega. Al amanecer
ya estaba ante el palacio del gobernador hablando públicamente con gran fervor
en defensa de los cristianos y en contra de aquellas persecuciones.
Pronto
alguien lo comunicó a Daciano, quien quiso conocerla, pensando que la atraería
con sus halagos. Eulalia, al verse ante el gobernador le dijo, con gran
valentía: "Decidme, malvado ¿que furia es la que os empuja a perseguir las
almas y los cuerpos de los que no hacen ningún mal y solo porque adoran al
verdadero Dios? Vosotros sois los que adoráis a ídolos que no existen o a
hombres que si existen pero que son pecadores como vosotros. Date cuenta
gobernador, que nada podrás hacer contra nosotros. Es el Dios mismo quien nos
defiende. Aunque me quites la vida, se que resucitare a otra vida mejor".
Daciano no sabia como reaccionar. Quiso mandarla a matar inmediatamente, pero se sentía retado a convencerla a apostatar. Le habló de sus padres, de su casa, de los favores que recibiría, cuanto oro y joyas quisiera. Bastaba una cosa: que reconociera a los dioses de los romanos y que abandonase la secta de los cristianos. Eulalia, llena de coraje, le dijo: "No pierdas tiempo, pretor, manda que me torturen y que me quiten la vida, porque no vas a conseguir nada conmigo".
La llevaron a la cárcel. La cargaron de cadenas, y, poco después, por orden del pretor, era torturada bárbaramente: Rasgaron con unos garfios sus pechos, sus espaldas, todo su cuerpo virginal. Eulalia, con gran paz y alegría, decía: "Señor Jesús, he aquí que escriben tu nombre sobre mi cuerpo ¡Cuan agradable es leer estas letras que sellan, oh Cristo, tus victorias! La misma púrpura de mi sangre exprimida habla de tu santo nombre" .
Como ultimo tormento le quemaron con hachas encendidas todo su cuerpo y vieron salir por su boca una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo. Era el 10 de diciembre del año 304.
Daciano no sabia como reaccionar. Quiso mandarla a matar inmediatamente, pero se sentía retado a convencerla a apostatar. Le habló de sus padres, de su casa, de los favores que recibiría, cuanto oro y joyas quisiera. Bastaba una cosa: que reconociera a los dioses de los romanos y que abandonase la secta de los cristianos. Eulalia, llena de coraje, le dijo: "No pierdas tiempo, pretor, manda que me torturen y que me quiten la vida, porque no vas a conseguir nada conmigo".
La llevaron a la cárcel. La cargaron de cadenas, y, poco después, por orden del pretor, era torturada bárbaramente: Rasgaron con unos garfios sus pechos, sus espaldas, todo su cuerpo virginal. Eulalia, con gran paz y alegría, decía: "Señor Jesús, he aquí que escriben tu nombre sobre mi cuerpo ¡Cuan agradable es leer estas letras que sellan, oh Cristo, tus victorias! La misma púrpura de mi sangre exprimida habla de tu santo nombre" .
Como ultimo tormento le quemaron con hachas encendidas todo su cuerpo y vieron salir por su boca una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo. Era el 10 de diciembre del año 304.
Fuente: Corazones.org