La
introducción resultó importante
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Algunas,
a lo largo del Adviento, estamos leyendo el mismo libro. Esto es bonito porque
compartimos sobre lo que hemos leído, lo que nos ha ayudado...
Pues
bien, me crucé con una hermana que me comentó que le había impactado mucho lo
que ponía sobre el significado del Mar Muerto en relación al bautismo de
Jesús... En fin, que no me sonaba de nada lo que me estaba diciendo. Le
pregunté en qué página estaba, pues yo aún iba por la 29... y ella me dijo que
en la 11. ¿En la 11?
Cuando
fui a mirarlo, me di cuenta de que era la introducción. Y, sí... he de confesar
que tengo la mala costumbre de, al leer los libros, saltarme el prólogo y la
introducción pensando que así “entro antes en harina”.
Volví
hacia atrás y leí las páginas que me faltaban. Efectivamente, introducían de
una forma en el libro que te preparaban para lo que iba a venir. Y yo que me lo
quería perder...
Este
año el Adviento se me está pasando rápido, pero me daba cuenta de que es la
introducción al “libro de la Navidad”. Son esas páginas en las que te
conviertes en protagonista. Pueden ser días en que ya estamos más cansados
esperando las vacaciones, la cena de empresa... y no reparamos en la
introducción, en las páginas que tienen que ser escritas para que puedas
sumergirte en lo más profundo de la Navidad.
Y,
sí, poner el Belén, el árbol... todo es bonito y señala a los días que están
por llegar, pero el Adviento te interpela, te introduce, va más allá. No te
pide que tus circunstancias sean perfectas, pero te pregunta: ¿dónde necesitas
al Salvador? ¿En qué necesitas que te abrace?
“Leyendo
la introducción”, aterrizarás en Navidad, pero no buscando lo perfecto, la
Navidad “perfecta” en lo exterior, sino ser abrazado en tu debilidad. Tener una
experiencia de Dios hecho Niño en ti.
Hoy
el reto del Amor es que pongas el Belén o contemples el que tienes ya puesto en
casa. No pongas al Niño aún (pues no ha nacido) pero ora mirando la cuna, el
pesebre. Pon sobre él todo aquello que te pesa, aquello que te hace sufrir, lo
que te cuesta de la Navidad, para que sea Jesús el que dé sentido: que sea tu
debilidad la que Le espere en el pesebre. Un Niño débil que abraza tu debilidad...
Para Él estos días no fueron perfectos (frío, persecución, sin hogar...) pero
fue más fuerte el Amor. Lee la introducción y deja que te adentre en la
verdadera Navidad con y en Jesús.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma