En un discurso con
motivo del 50 aniversario de la Comisión Teológica Internacional, el Papa
emérito desvela algunos desacuerdos, principalmente en la moral del matrimonio
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Benedicto XVI |
En los
últimos años, las pocas veces que ha salido Benedicto XVI de su
retiro para expresar su pensamiento
como pontífice emérito sobre algún asunto de particular
interés, su discurso no ha pasado desapercibido.
La última vez que
reapareció fue el pasado mes de abril para dejar su firma en un documento que
explicaba el origen y la causa de los abusos sexuales en la Iglesia,
documento que no dejó indiferente a nadie.
Ahora ha reaparecido de nuevo con motivo del 50
aniversario del establecimiento de la Comisión Teológica Internacional,
pronunciando un discurso con tal motivo que publica
íntegramente la Santa Sede.
Como es
habitual, Benedicto XVI hace gala de una narrativa clara, transparente y
explicativa sobre la razón principal de la creación de esta Comisión y desvela
también, sin ningún ánimo de esconder que en la Iglesia católica existen
discusiones teológicas, algunos enfrentamientos que se han producido en dicha
Comisión.
"Solo la humildad puede encontrar la
Verdad"
Porque en
la Iglesia católica, la discusión sobre distintos temas no solo está permitida,
sino que además es necesaria. Pero finalmente ¿qué es lo que debe
prevalecer? pues como concluye Benedicto XVI al final de este discurso: "En
cuanto a mí personalmente, el trabajo en la Comisión Teológica Internacional me
ha dado la alegría de conocer otros idiomas y formas de pensamiento. Sin
embargo, sobre todo, ha sido para mí una ocasión continua de humildad, que ve
los límites de lo que es apropiado para nosotros y, por lo tanto, abre el
camino a la mayor Verdad. Solo la
humildad puede encontrar la Verdad, y la Verdad a su vez es la base del Amor,
de la cual, en última instancia, todo depende".
En este discurso, el Papa emérito recuerda,
como dice Vatican News, "el gran trabajo realizado en 50 años por la
Comisión Teológica Internacional: a pesar de las dificultades para lograr la
unidad moral entre los teólogos del mundo, es
necesario continuar los esfuerzos para buscar el consenso".
Teología del mundo y Magisterio de la Iglesia
Varias
cosas me han llamado la atención de este discurso. En primer lugar, para los
que no tengan claro qué es la Comisión Teológica Internacional: un
órgano que estableció Pablo VI tras el Concilio Vaticano II y que servía de
apoyo a la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede pero no
pertenecía a ella, aunque el presidente de esta Comisión es el mismo que el
Prefecto de la Congregación. Por lo tanto, el cardenal Ratzinger fue su
presidente desde 1982 hasta 2005 con san Juan Pablo II.
Pues bien, esta Comisión reunía a distintos
teólogos competentes para reflexionar sobre la Teología que se estaba
"discutiendo en el mundo y el Magisterio del Papa", dice Benedicto en
su discurso.
Otra de las cuestiones que resalta el Papa
emérito son algunas situaciones "dramáticas"
que vivió esta Comisión. Entre éstas, Benedicto
relata la siguiente: "La cuestión de si la Iglesia Católica tenía que
adherirse al Consejo Ecuménico de las Iglesias de Ginebra, como miembro normal
en todos los aspectos, se convirtió en un punto decisivo sobre la dirección que
la Iglesia debería haber tomado el día después del Consejo. Después de una
confrontación dramática, el problema finalmente se decidió negativamente, lo
que llevó a Feiner y Rahner a abandonar la Comisión. Johannes Feiner, de
Coira, quien, como representante del Pontificio Consejo para la Unidad de los
Cristianos, desempeñó un papel especial en la Comisión".
El problema de la teología moral
La
franqueza con la que habla Benedicto XVI sobre como
se debatió la moral del matrimonio en la Comisión, llama poderosamente la
atención. Reproduzco el párrafo entero porque no tiene desperdicio:
"Junto con las preguntas sobre la relación
entre el Magisterio de la Iglesia y la enseñanza de la teología, una de las
principales áreas de trabajo de la Comisión Teológica siempre ha sido el problema de la teología moral.
Quizás sea significativo que, al principio, no hubo la voz de los
representantes de la teología moral, sino la de los expertos en exégesis y
dogmática: Heinz Schürmann y Hans Urs von Balthasar, en 1974, abrieron la
discusión con sus tesis, que luego continuó en 1977 con el debate sobre el
sacramento del matrimonio.
La
oposición de los frentes y la falta de una orientación básica común, de la que todavía sufrimos hoy como entonces, en
ese momento me quedó claro de una manera sin precedentes: por un lado, el
profesor de teología moral estadounidense. William
May, padre de muchos hijos, quien siempre vino a nosotros con su esposa y apoyó
la concepción antigua más rigurosa. Dos veces tuvo que
experimentar el rechazo de su propuesta por unanimidad, algo que nunca antes
había sucedido. Ella se echó a llorar, y yo mismo no pude consolarla de
manera efectiva. Cerca de él estaba, hasta donde puedo recordar, el prof. John
Finnis, que enseñó en los Estados Unidos y que expresó el mismo enfoque y
concepto de una manera nueva. Fue tomado en serio desde el punto de vista
teológico, y aun así no logró llegar a
ningún consenso.
En el
quinto quinquenio, de la escuela del prof. Tadeusz Styczen - amigo de
Juan Pablo II- el prof. Andrzej Szoztek, un representante inteligente y
prometedor de la posición clásica, que sin embargo tampoco logró crear un
consenso. Finalmente, el padre Servais Pinckaers intentó desarrollar una
ética de virtudes a partir de Santo Tomás, que pensé que era muy razonable y
convincente, y sin embargo, tampoco logró llegar a un consenso".
Ante estas dificultades, el Papa emérito
explica que fue entonces cuando Juan Pablo II quien estaba particularmente
interesado en la teología moral, pospuso su encíclica moral Veritatis esplendor ,
queriendo esperar ante todo el Catecismo de Iglesia Católica .
Conclusiones
Finalmente,
el Papa emérito remarca algunos aspectos que la Iglesia católica no debe
descuidar: por ejemplo, continuar con la reflexión entre el Magisterio y
la Teología: "Lo que la Comisión ha dicho sobre este tema durante el
último medio siglo merece ser escuchado nuevamente y meditado".
En segundo lugar, Benedicto XVI cree que la
"Comisión Teológica debe continuar teniendo presente el problema y debe
continuar fundamentalmente en el esfuerzo por buscar un consenso". En
tercer lugar, se pregunta en qué medida otras Iglesias jóvenes pueden
determinar una nueva cultura teológica.
"Al final, debemos expresar una palabra de
gran agradecimiento, incluso con todas las deficiencias de la búsqueda y la
pregunta humana. La Comisión
Teológica Internacional, a pesar de todos los esfuerzos, no pudo lograr una
unidad moral de teología y teólogos en el mundo. Aquellos
que esperaban esto tenían expectativas equivocadas sobre las posibilidades de
tal trabajo. Y, sin embargo, la de la Comisión se ha convertido en
cualquier caso en una voz escuchada, lo que de alguna manera indica la
orientación básica que debe seguir un esfuerzo teológico serio en este momento
histórico.
A la
acción de gracias por lo que se ha logrado en medio siglo se une la esperanza
de un trabajo fructífero adicional, en el que
la única fe también puede conducir a una orientación común
de pensamiento y de hablar sobre Dios y su Revelación".
Fuente:
ReligionConfidencial