La vida de un sacerdote exorcista es una
lucha constante contra la acción del demonio en la que la oración es el medio
fundamental de combate
¿Qué reza un exorcista? Así respondió a ACI
Prensa en 2017 el P. Doriam Rocha Vergara, uno de los sacerdotes más jóvenes
del mundo dedicado a este ministerio y que tiene en su haber más de 300
exorcismos realizados en poco más de 7 años.
El
sacerdote de 39 años, Párroco de la iglesia La Inmaculada Concepción en la
diócesis colombiana de Valledupar, contó que, en general, “recibo muchos
ataques. Los días que no hago exorcismos duermo bien y vivo bien. Sin embargo,
los días que tengo sesiones son noches difíciles. Primero, siento una pesadez
física y mucho sueño. Enseguida
tengo que ir al Santísimo. Me cargo de tal manera que me pongo
a la defensiva, el rostro se me desfigura como si tuviera rabia, me quedo sin
voz”.
Ante la acción del demonio que obra
tentando, provocando cambios de ánimo, enfermedad e incluso moviendo objetos,
el sacerdote explicó que a veces le toca hacer “autoexorcismos”, que son oraciones que rezan
los exorcistas para protegerse.
“Me toca utilizar los sacramentales,
cuidarme de no recibir nada que me manden de la calle. En las noches no puedo
dormir, me da taquicardias, se encienden las luces y otra cantidad de cosas”,
continuó.
El P. Rocha nació el 14 de agosto de 1980
en el pueblo de María Angola, ubicado en el departamento del Cesar. Estudió el
curso de liberación y exorcismo en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum en
Roma, Italia, y luego hizo una especialización en ángeles y demonios.
“Los exorcistas que conozco realizan un exorcismo por semana. Yo los tengo
permanentemente debido al sufrimiento de la gente”, relata.
“Si me preguntan ¿qué me llevó a ser
sacerdote? Yo respondo: el ver sufrimiento de la gente. Yo no podría dormir
tranquilo sabiendo que un alma se está perdiendo y el demonio está
destruyéndola”, sostuvo.
Su vida espiritual
El presbítero asegura que no ve televisión
en su cuarto, no tiene computadora, no bebe alcohol ni consume tabaco, y que
las vestiduras clericales lo ayudan siempre en su misión porque “un sacerdote no solo debe serlo, sino
también parecerlo, como dice el dicho”.
El exorcista de Valledupar se levanta a las
4:00 a.m. e inmediatamente reza un Rosario, a las 5:00 a.m. lleva una rutina de
ejercicio. A las 6:00 a.m. reza el oficio solo o en compañía de otros
sacerdotes; a las 6:30 a.m. reza laudes e inmediatamente después celebra la
Eucaristía.
“No
hay ningún solo día en mi vida que no celebre la Eucaristía,
con el pueblo o solo. Al lado de mi cuarto tengo una capilla, un oratorio donde
está el Santísimo y la presencia de la Santísima Virgen María”, precisó.
Luego del desayuno, el Presbítero se dedica
atender a las personas, “que pueden ser entre 14 y 20 diariamente”.
“A las 12:00 p.m. rezo el Ángelus, a las
3:00 p.m. rezo la coronilla de la Divina Misericordia, a las 5:00 p.m. rezo las
vísperas y a las 6:00 p.m. celebro la Misa de nuevo. Luego de eso estoy con las
comunidades. Al finalizar rezo el Rosario nuevamente. Puedo rezar entre 3 a 4 rosarios diarios.
Luego, voy directo al Santísimo Sacramento”, indicó.
El P. Rocha especificó que esa rutina
sucede en un día normal, “porque los jueves hay exposición al Santísimo tanto
en la mañana como en la tarde”.
“Cuando yo no puedo dormir en mi cuarto, duermo en el Santísimo. Antes de
dormir cada día rezo las completas”, concluyó.
Un llamado
El sacerdote considera que Dios le ha
concedido un don especial: cuando era un seminarista, él oraba y “la gente caía
y se liberaba”. “A mí me daba miedo, primero que le vayan a decir al obispo, y
segundo que no sabía que pasaba. Dios me había concedido el don de la sanación
y la liberación”, aseguró.
Después de ese suceso, el entonces
aspirante el sacerdocio habló con un exorcista que le aseguró que Dios le
estaba mostrando lo que quería para su vida.
“Empecé a leer libros y prepararme. Luego,
nombraron un exorcista oficial en mi diócesis. Le dije al Obispo la experiencia
que había tenido en el pueblo y me dijo que lo primero que tenía que hacer era una
carrera de santidad: que ayude al padre, al exorcista y haga
carrera en santidad. Hace 7 años me concedió la gracia de ser exorcista y
pertenezca a la Asociación Mundial de Exorcistas”, relató el presbítero.
El P. Doriam dijo que, a los 30 años, se
sentía muy joven para dedicarse al ministerio del exorcismo pero que, si el
Obispo le concedía esa facultad, entonces debía hacerlo: “si Dios quiere que
sea instrumento de gracia, un instrumento de paz y de salvación, para liberar y
ayudar a tanta gente, allí donde muchos de mis hermanos sacerdotes no creen,
allí estaré”.
Para concluir, el sacerdote dijo que un
buen exorcista necesita concentrarse en cinco aspectos: lo primero, “que sea
humilde y que reconozca que no tiene ningún poder y todo viene de Dios.
Segundo, que sea obediente a su Iglesia, a su obispo, a sus superiores.
Tercero, que en su vida haya orden, vida de gracia, vida de oración, vida de
santidad. Cuarto, que en su vida haya disciplina para comer, hablar, hacer los
quehaceres cotidianos. Por último, el servicio que se presta. Si uno se dedica
a la cura de almas, cúrate tú primero, no vaya a ser que curar la de muchos te
terminas perdiendo”.